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El rebusque de los técnicos ‘marañeros’ del mercado

Son trabajadores entre 20 y 40 años dedicados a la reparación de abanicos, planchas, licuadoras, motobombas, con lo cual han levantado a sus familias.

POR:
TONNY
PÉREZ MIER

No son profesionales en ningún ramo de la medicina, pero le dan y prolongan ´vida´ a los electrodomésticos dañados

Como cariñosamente se les conoce, son los técnicos ‘marañeros’ del mercado qué, con su abnegado trabajo, en un santiamén recuperan los equipos que con el ajetreo diario suelen dañars y para reponerlos de momento no hay dinero.

Son los expertos en ´resucitar´ tu plancha, licuadora, abanico, motobomba, tostadora, microondas, pulidora, secador de cabello, cepillos, lavadora o cualquier elemento que usted cree que ya cumplió su ciclo de trabajo.

Algunos lograron estudiar y se graduaron en el antiguo Instituto Técnico Industrial, ITI, el SENA Agropecuario de Gaira, otros, con el día a día aprendieron su oficio en la universidad de la vida, pero son los que saben cómo darle más tiempo de vida a sus electrodomésticos que usted estaba punto de tirar a la basura.

Los encuentra en la acera oeste de la Avenida del Ferrocarril entre las calles 11 y 12, en la gotera del mercado público, donde con una sonrisa están dispuestos a atenderlo de inmediato, porque como dicen, su oficio es como la iguana ‘cayendo y corriendo’, al cliente no hay que hacerlo esperar.

Tienen manos mágicas porque en cuestión de minutos tienen listo el utensilio llevado a arreglar y lo mejor, cobran barato, porque son conscientes de la situación económica de la gente que acude a ellos.

SERVICIO BARATO

No son careros, cobran lo necesario, sus precios van entre 20 y 100 mil pesos, dependiendo del grado de daño que presente el aparato a reparar.

Son 10 técnicos en un área de 50 metros lineales donde algunos pagan hasta un millón de pesos por un mes de arriendo de un local de dos metros cuadrados y otros como ellos mismos lo reconocen se encuentran ocupando el espacio público, pero son respetuosos de la libre locomoción de las personas que transitan por ese sector de la principal despensa alimentaria del Distrito de Santa Marta. Allí llevan entre 20 y 40 años trabajando.

Son respetuosos entre sí, no se quitan los clientes. Cada quién tiene su clientela y si le llega un servicio y está ocupado le piden el favor al compañero de al lado para que el usuario no le toque esperar, porque según lo manifiestan, lo más valioso de una persona es su tiempo.

Sus ingresos oscilan, entre 3 y 3.5 millones de pesos mensuales, pero de eso depende toda una familia: una esposa y hasta cinco hijos, el pago del arriendo del local ocupado, más la compra de materiales de trabajo, lo que le está dejando libre unos dos millones de pesos, con lo cual sobreviven durante un mes.

Su trabajo va de 7:00 de la mañana a 7:00 de la noche de lunes a sábado, incluso, hay quienes trabajan los domingos cuando les queda pendiente un trabajo por entregar y se comprometieron a entregarlo el domingo o un lunes cuando es festivo.

Algunos, no todos, comparten con su familia, porque para la recreación de la familia también hay que sacar tiempo y para que la compañera ese día disfrute, prefieren irse a un paseo campestre en Minca, Guachaca, Quebrada Valencia o Bonda, donde departen sanamente y pensando que el día siguiente hay que trabajar.

AGRADECIDO CON DIOS

Los técnicos ‘marañeros’ del mercado público, son unos agradecidos con Dios, porque todos los días bien o mal, siempre consiguen para el sustento suyo y el de su familia y eso es ganancia, como manifestó uno de ello.

Cristian Matta Celedón, es un convencido que con fe, honestidad y honradez las cosas fluyen y si el trabajo se hace bien, es su mejor presentación, porque cliente satisfecho, trae más clientes y se tiene trabajo permanente.

“Hay que amar lo que se hace. Hay que lograr la satisfacción del cliente con el trabajo que se le hace al producto que trae y porque confía en uno y espera que el trabajo realizado le quede bien hecho”, dijo Matta Celedón.

Por su parte Daniel Noriega Mendoza, es un agradecido de la vida y todos los días le da gracia a Dios por los beneficios recibidos los cuales no sólo comparte con su familia, sino con sus semejantes.

“Hay días buenos, regulares y malos, pero siempre hay algo que hacer, algo que nos permite llevar a casa la comida de todos los días, como hay días que lo que se gana es poco, pero eso no es eterno. Dios aprieta, pero no ahorca”, sostuvo.

Finalmente, Antonio Viana Racines, más conocido como ‘Tonny’ es el de mayor tiempo residiendo en esa zona, son 40 años, y desde su asiento frente al mostrador donde exhibe los electrodomésticos que está arreglando, dice que por allí ha visto pasar de todo.

“Son 40 años que he estado dedicado a esta actividad y por aquí he visto transcurrir la vida de todas formas; pero todo es sano dentro de este gremio que nos dedicamos únicamente a nuestro trabajo, porque hay que llevar la ‘papa’ a la casa”, precisó Viana.

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