Noticias de Santa Marta, el Magdalena, y el mundo!
Por
CARLOS VIVES
Los 500 años de Santa Marta son una gran oportunidad para que los samarios repensemos nuestra ciudad y entendamos quiénes somos y cuál es nuestro compromiso con el territorio y con nuestra gente, más allá de nuestras ambiciones personales.
No se ama lo que no se conoce, y no conocemos nuestra historia, no nos conocemos a nosotros mismos y eso quiere decir que no nos amamos lo suficiente.
Hemos repetido hasta el cansancio relatos sobre nosotros mismos que nos han hecho mucho daño como colectivo y que ocultan interesada y selectivamente los episodios más hermosos de nuestra historia. Esos relatos desmoralizadores pretenden hasta el día de hoy mantenernos revictimizados, como una sociedad fracturada y con enormes problemas de identidad.
Ni en la llamada colonia ni en la era republicana hemos logrado unirnos en la diversidad.
Por eso, con los 500 años, estamos ante una oportunidad única e inmejorable.
La historia de los caciques de Bonda y de Gaira con Rodrigo de Bastidas; la historia de Juan de Buenaventura, aquel marino que se quedó por estas tierras desde el primer viaje; la historia de las “Sajas” de los pueblos ancestrales y la historia de las mujeres que tejieron el acuerdo que nos hizo ser la primera ciudad de América del Sur, la ciudad del origen, es la oportunidad de tomar la senda de nuestro verdadero destino.
Claramente estamos ante un evento conmemorativo. Conmemoramos porque en nuestra historia hay elementos que nos deben hacer pensar, como el asesinato de nuestro fundador. Espero que esta marca y esta imagen sirva para abrir el diálogo, ¿qué sucedió? ¿Porqué fue trágico su destino?
Tenemos el deber de conmemorar. Sin embargo, la conmemoración debe contener también la celebración. Tenemos el deber de celebrar. Celebremos el acuerdo que nos hizo la primera ciudad, la ciudad del origen. Celebremos que a ese acuerdo siempre podremos volver. Celebremos que hoy nuestros hermanos mayores están entre nosotros y que nosotros estamos aquí entre ellos, en este nuevo mundo que debemos enaltecer. Celebremos nuestra lengua enriquecida por la unión de todas las historias que recorren nuestra sangre, una lengua que nos permite nombrar ese nuevo mundo. Nombremos y sanemos nombrando, hagámoslo nuevo de verdad.
Celebremos que tenemos una lección de vida que transmitir a las nuevas generaciones para que no repitan nuestros mismos errores. Celebremos nuestra sangre unida en la diversidad.
Celebremos a Santa Marta, sin miedo, sin complejos, con alegría por nuestra herencia americana, española y africana. Entendamos por fin que somos una familia producto del amor y del entendimiento y no de la violencia. Porque este lugar se fundó en un acuerdo.
Trabajemos juntos y empecemos por conocer nuestra historia: nos daremos cuenta de que Santa Marta no es solo una ciudad sino una poderosa idea de convivencia. Volvamos siempre a Santa Marta.
Felicidades a todos, aquí está la imagen de los quinientos años de “la Perla de la América”, la de “la magia de tenerlo todo”, la de del latido del “corazón del mundo”, la de “la Ciudad del Origen”.
¡Viva Santa Marta!