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Tenemos aversión a la incertidumbre, al desorden. La tranquilidad nace de tener algo de certeza sobre el futuro. De sentir que la esperanza hace parte de la existencia. En su “Trilogía del Siglo XX”, Jorge Volpi, trae una definición que me pareció redonda: el poder consiste en convencer a los demás que quien lo ejerce, sabe más del futuro que ellos. La política se ha encargado de refinar este concepto hasta el punto de crear el caos, fomentar la tercera ley de la termodinámica, para que la gente se aferre al liderazgo de quien ha producido la anomalía, con la esperanza de que la guíe a buen puerto porque aparentemente no hay nadie más que pueda hacerlo. Trump, Petro, Putin, Chávez, Milei.
Se ha hablado de la tormenta perfecta del año entrante y del 26. Se sabe que nos perjudicaría, pero no se ha dicho a quién beneficiaría.
1-Llueve poco en los embalses. Es probable que tengamos sobresaltos en el suministro eléctrico, ya estresado por la intervención perniciosa del gobierno en un mercado que parecía funcionar bien. Hay generadoras y distribuidoras en aprietos económicos, incluso quebradas por malos manejos. Los proyectos nuevos, especialmente de renovables, en vez de ser más, cada vez son menos. Las consecuencias en la economía y en el estado de ánimo nacional son notorias. El espejo es Ecuador, a quien por fin se la ha dado dubitativamente una mano con suministro eléctrico.
La falta de exploración y explotación rápida de gas, nos llevará a racionarlo y a importarlo caro. Primero se afectan carros y empresas; luego los hogares, subiendo los gastos de las familias por falta de oferta abundante del fluido, que propicie el estado y ejecute el sector privado.
2-Puede enredarse Venezuela. Antes del 10 de enero Petro tendrá que definir qué hacer con Maduro: tolerarle en silencio su fraude para mantener las mesas de paz, o seguirles la corriente a Lula y Boriç y no reconocerlo. Para nosotros sería de alto costo, pero necesario. Petro ya sacó de la manga la pelea por la venta de Monómeros, por si acaso.
3-No sabemos de verdad qué piensa Trump sobre Maduro, pues dijo que Chávez era un “tipo brillante”. Tampoco sabemos con certeza cómo se relacionará la nueva administración norteamericana con la nuestra. Allá están formando un gabinete de estrellas para la televisión, con poca experiencia; aquí hay un gabinete con poca experiencia y mala imagen en medios. Allá está amenazada la tecnocracia como aquí. Allá se están preparando para el autoritarismo; aquí apenas lo sobrevivimos. Allá quieren revisar los aranceles y los TLC, aquí se mueren por hacerlo. Allá necesitan el petróleo de Venezuela; aquí el gas y el apoyo a la paz. Allá quieren vender aviones de guerra, aquí quieren comprarlos.
4-Se encarecerán el crédito externo y el dólar. Las calificadoras de riesgo llegarán a la conclusión de que ya nada se hará hasta el 26 para reparar la salud fiscal de un gobierno que piensa gastarse lo que no tiene en subsidios, para ganar la campaña electoral.
Estos cuatro eventos tienen la astuta gerencia presidencial. Con ellos en la mesa no hay necesidad de default, parálisis en la salud, inundaciones, sequías, terremotos o volcanes, para imaginar un caos de orden público que se enfrentará a la cubana: milicias de la Paz Total y mano dura, sin soluciones.
Surge entonces la imagen mítica de Petro, señalando como culpables del caos a sus antecesores, los miserables que según él, perdieron a Colombia llevándola a la crisis que el super-poderoso presidente no logró evitar, a pesar de haberlo intentado con el cambio que impidieron. “Se necesitan otros cuatro años de este programa” y repetirá que no lo dejaron gobernar. El Pacto Histórico ahora sí sabrá cómo solucionarlo todo.
Petro irá en el 26 a un puesto internacional, que seguro anda buscando.
Si no nos pellizcamos, el caos creado mantendrá este fracasado proyecto en el poder, porque no hubo nadie más que nos convenciera de su sabiduría sobre el futuro de Colombia.
*Exministro de Estado