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La falta de líderes fuertes y cohesionados es un hecho notorio en nuestro territorio. Estamos ante un monstruoso silencio, en el que cada mal llamado líder local actúa por imponer su visión de lo que el cree que es la ciudad, lo que tarde o temprano derivará en un desahogo popular, nunca visto en Ciénaga.
La inexperiencia, inmadurez y en algunos casos obstinación política, nos está llevando al caos, las elites locales que se fundan producto del poder, terminan vulnerando los derechos básicos de los ciudadanos y los más preocupante alcahueteado por sectores que no se resisten a formar parte de ese modelo político económico, más allá del interés supremo de los ciudadanos.
En este periodo, están más enfocados en las necesidades de esas élites que en las demandas populares. La falta de participación de los sectores populares y de las comunidades, la desconexión entre las élites políticas que se han conformado y el grueso de la población, es el reflejo de un gobierno que navega fuera de control, pues el mismo esta ausente en todos los sectores (seguridad, movilidad, empleo, saneamiento básico, etc. Etc) y ni hablar del control político.
Las brechas de inconformidad y el acceso desigual a oportunidades siguen siendo una realidad. Así como en la Patria Boba las luchas internas de las élites dominaban la política, hoy el poder se sigue concentrando en determinados sectores, lo que impide un desarrollo equitativo que abarque a toda la población. Esto se refleja en fenómenos de exclusión, pobreza y violencia, lo que genera conflictos internos y una perpetua crisis de legitimidad en las instituciones.
La consolidación de un municipio más justo y unido requiere líderes que sean capaces de trascender sus intereses particulares en favor del bienestar común. Invertir en la formación de líderes locales y comunitarios puede promover un liderazgo representativo que ayude a construir un territorio que genere grandeza para todos.
*Analista