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El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, confirmó que sostuvo la primera comunicación con el electo mandatario Donald Trump en la que hablaron del proceso de empalme, el que, según dijo, se llevará a cabo de una forma “pacífica y ordenada”.
“Ayer hablé con el presidente electo Trump para felicitarle por su victoria y le aseguré que dirigiré a toda mi Administración para trabajar con su equipo y garantizar una transición pacífica y ordenada”, manifestó Biden en su primer discurso tras el triunfo del republicano.
El mandatario añadió además que aprovechará cada día que le queda como líder de uno de los países más poderosos del mundo.
“Tenemos 74 días para terminar la presidencia y haremos que cada uno cuente”, dijo.
El presidente estadounidense sabe que después de la derrota toca aceptar el veredicto de las urnas y levantar el ánimo a las tropas y es lo que hizo en un discurso a la nación, que aprovechó además para intentar apaciguar un país muy polarizado políticamente.
“Algo que espero que podamos hacer, independientemente de a quién hayáis votado, es vernos los unos a los otros, no como adversarios, sino como conciudadanos estadounidenses. Bajar la temperatura”, dijo desde la Casa Blanca.
“Una derrota no significa que estemos derrotados. Perdimos esta batalla, el Estados Unidos de sus sueños los está llamando a que se levanten”, añadió.
Porque, según él, “los reveses son inevitables, pero rendirse es imperdonable”.
El presidente insistió en que el sistema electoral estadounidense “es honesto, justo y transparente, y se puede confiar en él, se gane o se pierda”.
Su discurso conciliador contrasta con la reacción de Trump cuando perdió las elecciones hace cuatro años.
El republicano arengó entonces a seguidores a “luchar como demonios”, antes de que cientos de ellos irrumpieran en el Capitolio para interrumpir la certificación de la victoria de Biden.
El presidente ha invitado a Trump a la Casa Blanca. Será la primera vez que se vean las caras desde el desastroso desempeño del demócrata, de 81 años, en un debate electoral que le obligó a retirarse de la carrera y ceder el testigo a su vicepresidenta Kamala Harris, derrotada en las urnas.