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Hemos llegado al duodécimo mes del año, ese diciembre tan esperado por la sociedad en todos sus niveles, cargado de esperanzas y expectativas soportadas en múltiples ilusiones. Las familias se aprestan a organizar novenas, reuniones sociales, familiares y laborales, todas guardando en su corazón el anhelo de pasar unos días de tranquilidad, sosiego, descanso y mucha, pero mucha paz.
Para lograr esos deseos ciudadanos es necesario como en tiempos pretéritos para esta época, elaborar un glosario de recomendaciones, buscando evitar que nuestros pobladores caigan en manos de la delincuencia y deban enfrentar situaciones complejas por falta de cuidado o prudencia en las actividades decembrinas. Sabemos que las autoridades inveteradamente, por estos tiempos, refuerzan la seguridad con más presencia de policía y se toman medidas de control que buscan evitar accidentes, infracciones o imprudencias que puedan llegar a funestas consecuencias o dolorosos desenlaces.
Todos los años invocamos la experiencia en determinadas actividades, término que difícilmente podemos aceptar, pues no obstante la dolorosa rutina, por ejemplo en el uso de la pólvora, los percances se siguen presentando, sin mostrar avances en el uso y prudencia de este elemento tan tradicional en nuestro medio y tan difícil de proscribir. Pero este tema, debemos reconocerlo, de alguna forma tiene más que todo responsabilidad familiar. Existen otros igual de peligrosos que demandan atención y cuidado, como los movimientos de dinero, asunto en el que las entidades bancarias insisten buscando lograr compromiso ciudadano ya que el fleteo en diciembre se incrementa al igual que el hurto a residencias, que por razón de las vacaciones quedan deshabitadas, convirtiéndose el blanco predilecto de los apartamenteros.
Y qué decir de los cuidados en carretera, el estado del vehículo, el sobrecupo y la ingesta de licor, libación que no solo en la conducción vehicular debe ser controlada, sino en todos esos actos lúdicos donde se manifiesta inveteradamente. Ello sin olvidar las compras en lugares de gran aglomeración y desorden permanente, donde los parroquianos buscan precios cómodos o mercancías de contrabando, exponiéndose al fraude y engaño.
Lo expuesto es un somero llamado de alerta, especialmente a los grupos ciudadanos, porque estas personas generalmente actúan solas, tomando decisiones inconsultas debido al entorno un poco independiente y autónomo, pero nos permitimos con todo respeto recomendar a las autoridades de todo nivel, tomar medidas preventivas y socializarlas en las comunidades.
Hoy las redes sociales permiten un cubrimiento total para alertar, direccionar y concientizar la colectividad de los peligros que por estas calendas se ciernen contra el ciudadano. Hablamos de campañas motivadoras, comprometiendo en el programa a los almacenes de grandes superficies, centros comerciales y comercio en general, para formar un frente que brinde seguridad y tranquilidad a la población. Estamos seguros que un compromiso combinado, estructurado y socializado dará excelentes resultados.
*Exdirector de la Policía Nacional