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Con tres días de diferencia, el opositor Juan Guaidó, reconocido como presidente interino de Venezuela por cerca de 60 países desde enero de este año, envió a la opinión pública dos mensajes radicalmente distintos: uno el pasado 5 de julio, que parecía descartar el diálogo con el gobierno de Nicolás Maduro, como alternativa para un cambio en Venezuela, y otro ayer, cuando anunció la instalación de una mesa con delegados del oficialismo en Barbados.
El pasado viernes, Guaidó dijo a sus seguidores en medio de su discurso con motivo de la independencia: “¿Ustedes creen que vamos a ir a cualquier espacio para que se burlen de nosotros?”. A lo que la multitud contestó: “¡No!”.
Sin embargo, ayer, a través de un comunicado, informó que, en parte debido a la mediación del gobierno de Noruega, sus delegados asistirán a “una reunión con representantes del régimen usurpador en Barbados, para establecer una negociación de salida a la dictadura”.
El anuncio confirmó las señales enviadas por el gobierno de Maduro a lo largo de la semana pasada, entre las que estaba el anuncio de que habría “buenas noticias” sobre los acercamientos.
Los diálogos de Barbados, que según un comunicado de Noruega se iniciarían la próxima semana, serían el segundo intento de salida negociada a la crisis humanitaria, económica y política, luego de los acercamientos de mayo pasado en el país europeo.
La diferencia es que en esa ocasión la misión de los delegados de Guaidó era tantear las bases de una “posible negociación”. En esta, en cambio, el paso de la mesa está dado desde el inicio. La inquietud evidente, dados los antecedentes de diálogos fracasados como los de República Dominicana en 2017, es, ¿hasta dónde llegarán esta vez?
Un paso necesario
Para Martha Márquez, directora del Instituto Pensar de la Universidad Javeriana, el punto fundamental para entender las decisiones de Guaidó y Maduro es que el tiempo juega en contra de ambos.
De acuerdo con la experta, Guaidó es “una carta jugada por el Partido Voluntad Popular de Leopoldo López. Un rostro joven que tiene un tiempo de un año”. Con ese cronómetro en contra, y luego de varios meses sin el resultado esperado por la oposición y parte de la comunidad internacional –la salida de Maduro del poder– las circunstancias lo habrían empujado a ceder.
No obstante, Márquez destaca que las sanciones económicas de Estados Unidos contra Maduro, que le cierran el ingreso de recursos por cuenta del petróleo y limitan cada vez más su legitimidad internacional, también ponen prisa sobre el chavismo.
“Son pasos para una transición, y es la única forma en la que se puede dar la salida del gobierno de Maduro”, señala Márquez. Su lectura es compartida por Ronal Rodríguez, miembro del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario. “Uno no negocia con sus amigos, sino con sus adversarios”, apunta.
Los expertos coinciden en reiterar que un escenario de negociación exitoso implica, inevitablemente, que ambas partes cedan. Por lo tanto, es posible que las cúpulas del gobierno de Maduro obtengan beneficios como una amnistía o alguna figura que los libre de investigaciones.
Un paso costoso
Una vez se conoció el comunicado de Guaidó, uno de los opositores más emblemáticos, el exalcalde de Caracas Antonio Ledezma, reaccionó a través de Twitter.
“¿Qué vaina es esta? ¿Diálogo otra vez? ¿Es que acaso revivieron al Cap. Arévalo Acosta? No han entregado su cadáver y ahora hacemos todo lo contrario de lo que aseguramos”, publicó el opositor.
Su mensaje hace referencia a la muerte el pasado 29 de junio del capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo, quien había sido detenido una semana antes acusado de participar en un presunto intento de golpe militar.
La oposición, los abogados y los familiares de Acosta denunciaron que el militar fue torturado. También el propio Guaidó, quien como respuesta desistió de los acercamientos en Oslo con el oficialismo, aunque esta medida quedó sin piso con el anuncio de la mesa en Barbados.
A las voces en contra se sumó la de Daniel Pagés, presidente de la Asociación de Venezolanos en Colombia, quien apuntó: “No creo en los diálogos con una dictadura como la que hay en Venezuela. La única forma de salir de esta situación es con apoyo internacional”.
Como explica Rodríguez, el principal reto de Guaidó en esta coyuntura es lograr “cohesionar sus propias fuerzas”. El experto apunta que varios sectores, entre ellos el de María Corina Machado, consideran la negociación como un respirador para Maduro.
Reacciones como las de Ledezma y Pagés son, por lo tanto, la primera derrota de Guaidó en esta nueva etapa. Para Javier Garay, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Externado, las cartas juegan a favor del gobierno de Maduro.
“Una dictadura tiene mayor probabilidad de permanecer en el poder; un cambio de régimen en cambio, depende mucho del momento y el de Guaidó ya pasó”, afirma.
La vigencia de Guaidó como opción de cambio, puesta en duda con cada día que tarda la transición en Venezuela, se medirá a una prueba fundamental más cuando esta semana sus delegados y los de Maduro se vean la cara en la misma mesa en una isla del Caribe
El Colombiano