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Conscientes de la importancia de preservar los servicios ecosistémicos que proporciona el capital natural del cual depende más de la mitad del PIB mundial, según el Foro Económico Mundial, la banca lanzó el Sistema Nacional de Biodiversidad y Adaptación (Sinba) en el marco de la COP16. Esta iniciativa responde a la meta 19 del Marco Global de Biodiversidad de Kunming-Montreal y al recientemente lanzado Plan de Acción de Biodiversidad 2024-2030 por el Gobierno Nacional.
El Sinba toma en cuenta los tres desafíos, o las 3D, que enfrenta la cartera de las entidades financieras para apalancar proyectos en biodiversidad y adaptación, con el fin de crear una guía de acceso libre que impulse la transformación de los portafolios de los bancos.
El primer reto corresponde a la Dimensión: la cartera destinada a proyectos asociados a este aspecto es baja. De los $72 billones que componen la cartera sostenible (10% del total), solo $17 billones (2,4%) corresponden a la cartera verde, y de estos, solo $3,5 billones (0,5%) están destinados al financiamiento de proyectos en biodiversidad y adaptación.
El segundo reto hace referencia al Destino: mientras que el uso del suelo representa 63% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en Colombia, según el Ideam, los recursos dirigidos a financiar proyectos que mitigan el impacto de este sector representan solo 10% de la cartera verde.
En tercer lugar, tenemos el reto de Distribución, dado que 80% de los proyectos financiados en biodiversidad y adaptación utiliza recursos de la banca de desarrollo, a diferencia de los proyectos de mitigación, en los cuales solo 10% emplea recursos de redescuento.
Así, el Sinba tiene como propósito cerrar la brecha de financiamiento mediante instrumentos financieros innovadores, basados en tres herramientas para proyectos productivos enfocados en la restauración, adaptación y resiliencia de ecosistemas biodiversos.
En principio, cabe mencionar el capital catalítico, que se convierte en un primer paso para reducir el riesgo de los proyectos, como es el caso del Fondo para la Vida y la Biodiversidad del Ministerio de Ambiente. También está el financiamiento combinado, en el cual los instrumentos financieros que utilizan capital concesional y recursos de la banca de segundo piso se complementan con una oferta de seguros, garantías y asistencias técnicas. Por último, el Sinba busca que las entidades dispongan de modelos de riesgo alternativos y prospectivos, que incluyan variables adicionales distintas a las tradicionales para generar una visión más holística de los proyectos asociados a la biodiversidad.
Implementaremos el Sinba en cinco sectores y actividades clave para la conservación: la bioeconomía, el ecoturismo, las soluciones basadas en la naturaleza, la economía regenerativa y el uso sostenible del suelo. No partimos desde cero, pues ya hemos avanzado en cinco pilotos en áreas como turismo de naturaleza, biofertilizantes, productos forestales no maderables, agroecología y agricultura orgánica.
La meta de la banca con el Sinba es aumentar cinco veces la participación de la cartera de biodiversidad y adaptación en el total del sector, alcanzando 3% para 2030. Lo lograremos de la mano de nuestros Objetivos de Finanzas Sostenibles y con el compromiso de las entidades bancarias adheridas al Protocolo Verde y a la Junta Estratégica de Sostenibilidad del gremio.
*Presidente de Asobancaria