HOY DIARIO DEL MAGDALENA
Líder en la región

Derecha se une en España para declarar un traidor

Manifestaciones contra el gobierno de Pedro Sánchez en la Plaza Colón, en Madrid. Según los promotores, en total protestaron 200.000 personas, aunque las autoridades reportaron 45.000. 

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Ayer, por primera vez, las tres derechas de España posaron juntas en la misma foto. Los líderes de los partidos de oposición –el liberal Ciudadanos y los tradicionales PP y la ultraderecha de Vox– encabezaron las masivas movilizaciones en Madrid contra el mandatario español, Pedro Sánchez.

Detrás de ellos, había una masa de 45.000 personas según el gobierno y 200.000 según los organizadores, movidas por la indignación ante la que consideran falta de dureza de Sánchez frente a la crisis independentista de Cataluña y unidas bajo una consigna: su salida del poder y la convocatoria adelantada de las elecciones programadas para 2020.

“El tiempo de Sánchez ya ha acabado”, dijo Pedro Casado, líder del PP, como si decretara el fin de una era, a pesar de que el mandatario del Partido Socialista (Psoe) no llega a un año en el cargo.

Sánchez, el primer jefe de Estado en la historia de España en posesionarse sin Biblia ni crucifijo, llegó al poder en junio de 2018 aprovechando la misma sensación que ayer lo convirtió en el objeto de repudio nacional: la indignación. Entonces, la materializó en una moción de censura contra su antecesor, Mariano Rajoy, miembro del PP.

Desde su posesión, Sánchez asumió un tono más conciliador en las conversaciones con Cataluña, una de las regiones autónomas de España, la cual en 2017 llevó a cabo un referendo para definir su independencia sin la autorización del gobierno. El resultado, más allá del triunfo del “sí” que nunca llegó a ejecutarse, fue el exilio y el encarcelamiento de sus promotores, entre ellos 12 líderes que irán a juicio esta semana (ver recuadro).

 

¿Vendió a España?

La línea roja que cruzó el presidente socialista fue la aceptación la semana pasada de un “mediador independiente” en las conversaciones que adelantaba con Cataluña. Con esto, de acuerdo al analista político español Alfonso Vidal, Sánchez ascendió implícitamente a Cataluña a la categoría de potencial Estado.

“Las conversaciones entre el gobierno y una comunidad autónoma no necesitan intermediarios”, afirma Vidal. Su opinión coincide con la de Miguel Martínez, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Externado: “la derecha española interpretó esa concesión como una forma de abrirle la puerta a la independencia”.

Pero para cuando las decenas de miles de españoles salieron a las calles ayer, el detonante de su ira ya no existía. El viernes pasado, ya iniciado el escándalo por la figura del mediador, Sánchez y los independentistas se acusaron mutuamente de romper el diálogo y finalizaron las conversaciones.

Como explica Martínez, el mandatario socialista llegó al poder con los votos de los independentistas catalanes y, a esta altura, se dio cuenta de que el costo de ese apoyo era que mantuviera abierta la posibilidad de un segundo referendo, esta vez con legitimidad legal, algo que se vio obligado a rechazar.

Para Vidal, en cambio, Sánchez era consciente desde el principio de que cargaba con esa deuda. “A él no le importa España, solo se mueve bajo la intención de permanecer en el poder y, para conseguirlo vendió la separación de España en dos”, afirma.

 

Presidencia en riesgo

“Stop Sánchez. ¡Elecciones ya”, era la consigna que se leía en la mayoría de pancartas en las movilizaciones de este fin de semana. Pero, ¿qué tan probable es que las manifestaciones populares de ayer saquen del cargo al segundo presidente de España en menos de un año?

Para Martínez, Sánchez no peligra por las protestas sino por su pelea con los independentistas, cuyos votos necesitará esta semana para la aprobación de los presupuestos para 2019.

Con un voto negativo, el Congreso tiene en sus manos la posibilidad de condenar al gobierno a la inmovilidad. Como explica Vidal, “en un Estado moderno los presupuestos son la llave de la nación” y, en particular, Sánchez se hizo elegir con promesas para sus aliados en la moción de censura.

No solo para los independentistas. Sus compromisos con el partido de izquierda Podemos, por ejemplo, se enfocan en la aprobación de un salario mínimo más alto y medidas en que alivien el alquiler de vivienda y disparen el empleo juvenil. Sin dinero para cumplir con esta lista de regalos, eventualmente los pocos respaldos de Sánchez en el Congreso se tornarían en su contra.

“Sin presupuestos, no creo que pueda resistir más de tres meses”, afirma Vidal. Al final, el rechazo a Sánchez parece ser el único consenso en la España actual, en la que los adversarios políticos solo logran unirse en torno al grito de “traidor”

El Colombiano

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