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“La vida es un don, ¡Cuidémosla juntos!”
Hay que ayudar a las madres a descubrir “que la vida que llevan en su seno realmente es una buena nueva”.
“La vida es un don, desde la concepción ¡Cuidémosla juntos!”, es el lema de la Semana por la Vida 2024, que concluye este domingo 14 de abril, programada por el Departamento de Promoción y Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal de Colombia.
Con base en lo anterior, el Obispo de la Diócesis de Santa Marta, monseñor José Mario Bacci Trespalacios, invita a “pedir al Señor Resucitado que, como sus primeros discípulos, testigos de la Pascua, a avivar la fe en su presencia, acojamos nuestra misión de cuidado, promoción y defensa de la vida humana. Que a este propósito se unan también profesionales de la medicina, el derecho y de la bioética.
Los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida plantean la vida como una buena noticia siempre. Y así, afirman, “debe ser recibida, valorada y cuidada, desde su concepción hasta su muerte natural”.
¿Por qué la vida es una buena noticia? La vida no es “un derecho absoluto a la libre disposición del criterio humano” es “un don de Dios” y este es el motivo “más profundo” para que sea considerada “una buena noticia”.
Los obispos distinguen entre el don que “es algo que acogemos porque se nos entrega” y el derecho que “es algo que nosotros podemos exigir, con sus límites en el caso de la vida”.
También señalan la diferencia entre regalo y don. El primero, “es algo que se me da para que disponga de ello como quiera”, mientras que el don “implica una tarea, una responsabilidad”, con unas implicaciones al inicio, en el transcurso y al final de la vida.
El hecho de que la vida sea un don y una buena noticia “nos invita a acogerla siempre, incondicionalmente”. Por eso hay que ayudar a las madres a descubrir “que la vida que llevan en su seno realmente es una buena nueva”.
La Iglesia católica defienden una valoración positiva de la maternidad y de la vida humana naciente que se visibilice con “ayudas efectivas integrales” para que las madres que afrontan un embarazo inesperado “puedan seguir gestando a su hijo sin apuros” y para que las familias “puedan plantearse libre y responsablemente la posibilidad de concebir un nuevo hijo”.
Que la vida sea un don también implica que “no hay un derecho absoluto a tener un hijo”. En este sentido, acogen “los avances médicos que ayuden a detectar las causas de la esterilidad, intentando remediarlas”, pero recuerdan que “no se deberá emplear la técnica para producir de manera artificial la fecundación”.
Consideran que es más grave cuando “para obtener un bebé, se acude a un vientre de alquiler”. Así, se unen a la petición del Papa Francisco, en su discurso a los miembros del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, para que la comunidad internacional se comprometa a prohibir universalmente la práctica de la maternidad subrogada. Una práctica “deplorable”, como señaló el Santo Padre que “ofende gravemente la dignidad de la mujer y del niño”, y que “se basa en la explotación de la situación de necesidad material de la madre”. Un hijo “es siempre un don y nunca el objeto de un contrato”.