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La derrota estaba cantada. Ni los esfuerzos en el último suspiro ayudaron. De nada valieron los discursos largos y hasta con tono amenazante que provinieron no sólo de congresistas petristas sino de los mismos ministros.
Contrario a todo lo que pasa en el Congreso y en la política, el último debate que tuvo la reforma a la salud comenzó casi que a tiempo. Pocos minutos antes de las nueve, el salón de sesiones de la Comisión Séptima del Senado ya estaba repleto. Las lámparas, las cámaras y más de un centenar de personas que estaban en el pequeño lugar hacían desde ya que el mismo se volviera que imposible durante las siguientes casi nueve horas que duró la sesión.
Y desde ese momento los ánimos de los protagonistas subían de calor así como el salón de sesiones. Como era de esperarse, los que más afán tenían para que se diera rápidamente la votación eran los nueve senadores que a la postre fueron los responsables de propinar la derrota más dura ha sufrido el presidente Petro en el Legislativo.
Por el otro lado, los senadores petristas, en cabeza de la presidente de la Comisión, pretendían darle largas a la discusión con la intención de dilatar la decisión para poderla aplazar. Peralta, una líder indígena de La Guajira y quien tuvo un manejo criticado en el trámite del proyecto, dio inicio a la sesión, sosteniendo que “hoy tenemos una gran responsabilidad para generar los acuerdos, los espacios de diálogo y consenso, para ser respetuosos con las posiciones y posturas de cada miembro de la comisión porque esto es parte de la democracia y la labor legislativa que tenemos”.
Lo primero que se dio para darle un respiro más a la moribunda reforma fue votar una serie de impedimentos, los correspondientes a los senadores que archivaron la reforma, entre ellos Alirio Barrera, Honorio Henríquez, Berenice Bedoya, Norma Hurtado, Lorena Ríos, Nadia Blel, José Antonio Marín y Miguel Ángel Pinto.
Con este momento superado, el fin de la reforma era irreversible. Aunque el senador Wilson Arias, el más voluntarioso del Pacto Histórico en la sesión y pese a que intentó provocar los ánimos de los opositores al decir que fueron financiados en sus campañas con dineros de las EPS, no logró cambiar lo que era inminente.
Arias aseveró que el senador uribista, Alirio Barrera, había recibido de esas empresas de salud por lo menos 130 millones de pesos. Pese a su duro señalamiento la acusación no tomó fuerza.
Cuando ya el reloj marcaba la llegada del medio día y el ambiente era más pesado en el salón, la senadora Norma Hurtado tomó la palabra para la sentencia definitiva a la moribunda reforma. De forma concreta Hurtado, en su tono valluno, fue presentando la ponencia del archivo del proyecto.
Luego vino la artillería pesada del petrismo para dar lo que fue la última bocanada de aire a la reforma. La pura sangre del petrismo y primer vicepresidente del Senado María José Pizarro volvió a insistir en que se podía tener una negociación con todos los sectores, “la concertación no implica para que todo siga igual, en el diálogo todos deben ceder para poder sacar adelante algo que debe ser primordial que es defender la salud de los colombianos”.
Pero, mientras Pizarro y una decena más de congresistas del petrismo insistían en salvar la reforma, el senador Miguel Ángel Pinto lideraba una solicitud insistente a la presidente Peralta de votar rápidamente el proyecto.
Su propuesta la acogió el uribismo, que pidió la suficiente ilustración y la misma no se dio gracias a que pasadas las dos de la tarde el presidente del Senado, Iván Name, informó que la plenaria se corrió dos horas para arrancar a la cinco de la tarde. Es decir que se alcanzaba a tener más minutos para seguir la discusión.
Cuando se iban acercando las cuatro de la tarde, el ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, tras una larga intervención en la que hizo un repaso histórico del servicio de la salud, incluso defendiendo al desaparecido Seguro Social, hizo una afirmación contundente que se entendió como la muerte formal de la reforma a la salud que estuvo defendiendo por más de diez meses.
“Deberíamos ir a unas elecciones para que sea el pueblo que diga qué reformas requiere, por eso estamos en un proceso constituyente”, sentenció Jaramillo para darle paso a su colega del Interior, Luis Fernando Velasco, quien habló con la certeza de que no había nada por hacer, pero a la espera del milagro que nunca llegó.
Sin nada más que hacer, la presidenta Peralta, quien estaba rodeada de decenas de personas que con celular en mano grababan el momento, anunció la apertura de la votación, la cual ratificó lo que ya se sabía, 9 votos para el hundimiento de la reforma a la salud y sólo 5 para que siguiera su debate. La lápida cayó sobre la controvertida reforma y con ella se selló la principal derrota política de Gustavo Petro en el Congreso, que tuvo una crónica de una muerte que estuvo cantada desde hace más de un año./Colprensa