HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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´Que se acaben las guerras´

El papa Francisco presidió ayer  sábado la vigilia pascual en la basílica de San Pedro del Vaticano, aplacando las preocupaciones sobre su frágil estado de salud, después de que anulara la víspera por sorpresa su participación en el vía crucis.

El sumo pontífice, de 87 años, llegó a la basílica poco antes de las 19 horas y en silla de ruedas para una liturgia que duró al menos dos horas y en presencia de miles de peregrinos de todo el mundo, antes de la misa del domingo por la mañana y la bendición «Urbi et Orbi».

Tras el rito de la luz en una basílica a oscuras, que simboliza el paso de Cristo de la muerte a la vida para los católicos, Francisco pronunció una homilía donde bautizó a ocho adultos.

El Pontífice se ha referido a «todas las experiencias y situaciones» que roban «el entusiasmo y la fuerza para seguir adelante». «La muerte de nuestros seres queridos, que dejan en nosotros vacíos imposibles de colmar; los fracasos y los miedos que nos impiden realizar el bien que deseamos; las cerrazones que frenan nuestros impulsos de generosidad y no nos permiten abrirnos al amor; los muros del egoísmo y de la indiferencia, que repelen el compromiso por construir ciudades y sociedades más justas y dignas para el hombre; los anhelos de paz quebrantados por la crueldad del odio y la ferocidad de la guerra», ha subrayado.

UNA SEMANA RECARGADA

La Semana Santa, uno de los pilares del calendario litúrgico católico, contempla numerosas ceremonias que terminan con la Pascua y puede asemejarse a un maratón para un octogenario que se desplaza desde hace dos años en silla de ruedas.

Antes del Viernes Santo, Francisco cumplió con sus compromisos. Pero recientemente apareció cansado y se vio obligado en varias ocasiones a delegar la lectura de sus discursos debido a una bronquitis que lo obligó a ser examinado en un hospital de Roma a finales de febrero.

La anulación del viernes reavivó los interrogantes sobre su capacidad para seguir liderando la Iglesia católica y sus 1.300 millones de fieles.

A pesar de una importante operación del abdomen en 2023, Francisco, que nunca toma vacaciones, sigue sometiéndose a un ritmo de trabajo desenfrenado en el Vaticano, donde puede recibir a una decena de interlocutores en una mañana.

Sin embargo no realizó ningún viaje desde su visita a Marsella, en el sur de Francia, en septiembre y tuvo que cancelar su presencia en la COP28 en diciembre en Dubái debido a una bronquitis.

Su anunciado desplazamiento a los confines de Asia y Oceanía este verano boreal, que el Vaticano no formalizó hasta ahora, parece más incierto que nunca.

Francisco siempre deja «la puerta abierta» a una eventual renuncia, en la línea de su predecesor Benedicto XVI. Pero en una autobiografía publicada a mediados de marzo, reiteró que no tiene «razones serias» para renunciar a su cargo, una «hipótesis lejana» que se justificaría solamente en caso de «grave impedimento físico».

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