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¡A celebrar con fe y dignidad la Semana Santa!
Durante la celebración del Domingo de Ramos, la invitación que nos hace la Iglesia Católica es que celebremos con profunda fe y dignidad la semana más importante dentro del calendario litúrgico, donde nos ponemos de cara al misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, y la idea es que este año también nosotros muramos al pecado y resucitemos con Él.
La meta es que estemos dispuestos a recibir todas las gracias que trae la celebración del Misterio Pascual, rescatando momentos especiales como la adoración al Santísimo, participación activa en las procesiones y rezar con devoción en el santo viacrucis y por supuesto, en la ceremonia del Domingo de Resurrección.
La preparación debe ser personal y comunitaria para que en estos días importantes pasemos de la muerte a la vida, del pecado a la gracia y de la tristeza a la alegría.
“Aprovechemos las distintas propuestas pastorales que brotan de los programas parroquiales en estos días santos, para que haya en nosotros crecimiento espiritual y avancemos en la etapa de la escucha, de cara al Plan Diocesano Pastoral”, manifestó el padre Jesús Orozco.
Con el Domingo de Ramos comenzó la Semana Santa. Este acontecimiento se puede leer en el Evangelio de San Mateo, donde se anuncia su Pasión.
La primera tradición litúrgica de este día corresponde a la de Jerusalén. En ella recordamos el gesto profético de Jesús que ingresa como Rey de paz, y el Mesías que fue aclamado y después condenado para el cumplimiento de las profecías.
En el Evangelio de San Mateo se narra que la gente alfombraba el camino por el que pasaría Cristo y gritaba: «Bendito el que viene como Rey en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en lo alto».
Las ceremonias principales del día son la bendición de las palmas, la procesión, la Misa, y durante la Misa, el relato de la Pasión.
La segunda tradición litúrgica es la de Roma, la cual nos invita a entrar conscientemente en la Semana Santa de la Pasión gloriosa y amorosa de Cristo, anticipando la proclamación del misterio en el Evangelio de Mateo (26:14–27:66).