Noticias de Santa Marta, el Magdalena, y el mundo!
La separación de poderes es la esencia de la democracia. Y separación no quiere decir confrontación ni desprecio ni incomunicación. Sabiamente, nuestra Constitución establece la cooperación armónica. Y para ello, existen procedimientos que contribuyen a facilitar esa cooperación.
El tema adquiere una particular complejidad cuando el escenario político es el de un Presidente que no tiene mayoría en el Congreso. Gustavo Petro, como candidato, lo intentó, pero no logró su propósito. Tan solo alcanzó una minoría en ambas Cámaras. En un acto inusitado y antes de la Segunda Vuelta para la elección presidencial, varias fuerzas políticas ofrecieron formar parte de la coalición de Gobierno, formalizando así una cómoda mayoría en cada una de las Cámaras. Podía superar el 75% de los votos. O sea, una gobernabilidad democrática que cualquier Presidente envidiaría.
Infortunadamente, esa fue mi percepción, no se construyó, realmente, una coalición de gobierno. Eso toma meses de elaboración. Y tiene impacto en la conformación del Ejecutivo (Ministerios, Institutos, Agencias, Embajadas, etc.) y en el funcionamiento diario de las Comisiones en el Congreso y de sus Plenarias. En el proceso decisorio del Legislativo.
Una coalición de gobierno debe enmarcarse en una matriz de obligaciones y derechos y debe contar con reglas que permitan superar los inevitables conflictos y desacuerdos. Como lo dije en muchas conferencias y escritos, esa matriz no existió. Y ello era notorio. Tan solo en un caso significativo, la Reforma Tributaria, el exministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, logró éxito. Quizás por su experiencia en dos ministerios y su conocimiento de nuestra historia política. El caso, evidentemente opuesto, fue el de la Reforma de la Salud. En este se puso en evidencia la ausencia de esa matriz de cooperación. Quienes participaron en las deliberaciones recuerdan que estas fueron un juego de apariencias y que, finalmente, lo que hubo fue una burla frente a supuestos acuerdos. Y en abril del 2023, el Presidente, fueron sus palabras, enterró esa coalición que recogía un Acuerdo Nacional inusitado. No recuerdo un gobierno minoritario que hubiera desaprovechado el apoyo que le otorgaba una Mayoría en el Legislativo.
Deliberación, negociación, voto, son los procedimientos que diferentes autores analizan para explicar la manera de superar la condición minoritaria de un gobierno. Eso se despreció olímpicamente. Y ahora se dice que lo importante no es “la fuerza de la mayoría, sino la fuerza del constituyente”, y seamos claros, no de una Asamblea Nacional Constituyente, sino de un poder constituyente permanente que se expresa desde cabildos abiertos, desde la calle, desde la confrontación.
Para nada las mayorías que se pueden construir en un Congreso, gracias a la deliberación y a la negociación…
Otra concepción de la democracia liberal y de la gobernabilidad democrática.
Si el Congreso cumple a cabalidad su papel, su prestigio será sólido y la ciudadanía estará orgullosa de elegir o reelegir miembros del Congreso. Ello implica que delibera con fundamento e inteligentemente. Que está dispuesto a negociar los desacuerdos buscando eso que llaman un gana – gana. Y, finalmente, definiendo por la vía del voto las políticas públicas que el país necesita y que la ciudadanía espera.
Diversos estudios comparativos muestran que el descrédito de los congresos y la pérdida de credibilidad y confianza de la opinión pública con respecto a ellos, resulta del incumplimiento de esas tareas y de la muy fundamental de llevar al debate público las preocupaciones de los ciudadanos, las críticas y la denuncia rigurosa y permanente de los fenómenos de corrupción.
*Exministro de Estado