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“Hay que educar desde el amor”

POR
EDGAR
TATIS GUERRA

A propósito del Mes de la Mujer, la licenciada Adalgiza Charris Moscarella afirma que desde el sector público se puede hacer una educación con calidad bajo los preceptos del amor, y los valores humanos como la solidaridad, tolerancia y la reconciliación.

Ella sostiene que está orgullosa de lo que ha logrado como mujer y docente: “De pequeña desde los 4 años jugaba a ser profesora. Siempre supe que era la profesión que quería ejercer”.

Al consultarle sobre su trayectoria como maestra, recordó que su vida laboral la empezó siendo muy joven. “Ingresé al Colegio Franciscano San Luis Beltrán, una institución que recuerdo con gratitud y cariño porque fue allí donde pude afianzar más mi vocación docente, adquiriendo disciplina, responsabilidad y todo lo que se requiere para dejar huellas indelebles en el corazón de los estudiantes”.

La licenciada Adalgiza Charris precisó que en el año 1990 inició a trabajar en el sector oficial, lo que la obligó a renunciar con pesar del San Luis Beltrán.

“Una vez ingresé al sector oficial, me comprometí a seguir impartiendo mis conocimientos con la misma pasión, como lo había hecho en el sector privado. Siempre he tenido la convicción que la educación para nuestros niños debe ser una sola, independientemente de los recursos económicos de sus padres. Traté de que la brecha entre lo público y privado no fuera tan notoria, para ello recurrí en muchas ocasiones a mis recursos económicos, apoyando a mis alumnos con actividades enfocadas hacia la excelencia y calidad”.

Con su gran sensibilidad humana, la maestra Charris envía un mensaje a los jóvenes docentes de hoy, diciéndoles que amen su profesión y que le impriman su sello personal, que innoven e investiguen constantemente para que todo lo que hagan dentro del aula sea con profundo amor y pasión.

A la pregunta ¿cuál cree que fue el mayor reto asumido durante estos años como docente?, respondió sin titubeos: “indudablemente uno de los más grandes retos de mis compañeros y mío fue el no interrumpir la educación en pandemia. Con poco conocimiento en tecnología, subía videos en YouTube para mis alumnos y las clases se impartían virtualmente en el horario establecido por la institución. El Liceo Samario hizo adecuaciones curriculares, de tal manera que hubiera prioridades en sus contenidos. Hacía evaluaciones a través de videollamadas individuales, los padres fueron muy receptivos a estos cambios. Esa etapa nos fortaleció para seguir brindando una educación de calidad superando las barreras del miedo e incertidumbre que generó la pandemia”.

Por lo anterior, manifestó que vive agradecida con Dios, ya que es su guía en cada paso que ha dado recibiendo sus bendiciones.

“Agradezco al San Luis Beltrán y a todas las instituciones públicas que me abrieron sus puertas, en especial al Liceo Samario en donde me hicieron un reconocimiento por tantos años en este oficio y donde dejé compañeros y amigos con gran sentido ético”.

Y concluyó diciendo “son tantos años ejerciendo esta profesión que mi corazón está repleto de infinitas satisfacciones, saber que te recuerdan con cariño y agradecimiento padres y alumnos, es la mejor recompensa a todos los sacrificios y hasta afecciones de salud que implica ejercer a cabalidad y con amor esta bella profesión”.

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