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‘Pintas’ carnavaleras, de samarios y turistas
Vendedores informales se dedican a comercializar accesorios, aretes, turbantes, camisetas y muchos otros productos innovadores. /MONTINER ALVIS
La economía informal se reactiva por estos días ya que el público adquiere artículos propios de las fiestas elaborados muchos de ellos por fami y microempresas locales.
POR
EDGAR
TATIS GUERRA
El Carnaval de Santa Marta se convirtió en una ocasión perfecta para que los samarios, residentes y turistas salieran a lucir sus ‘pintas’ carnavaleras cautivando la atención en los distintos espacios públicos.
Son muchos los samarios que salieron a chicanear y vacilar sus camisetas, sombreros, accesorios y otros atuendos coloridos en una demostración genuina de la creatividad e innovación de diseñadores, pero además de confeccionistas y artesanos.
Los comerciantes de Santa Marta y vendedores de distintas ciudades son beneficiarios directos con la fiesta de Carnaval cuyas compras tienen un repunte y reactivación total. Cientos de personas adquieren desde aretes, collares, turbantes, vinchas, pañoletas, sombreros, plumas, máscaras, cintas, canutillos, telas y muchos accesorios para lucirlos en esta época.
Pero no pueden dejarse a un lado a esas personas que aprovechan el jolgorio ofreciendo la espuma, el polvo, el refresco y el agua propiciando así una dinámica económica ilimitada. Durante el Carnaval (pre, durante y después) todo el mundo percibe ingresos porque es una fiesta alegre, contagiosa, una tradición autóctona y un ‘sano’ pretexto para el goce colectivo sin distingos de credos religiosos ni mucho menos políticos.
En palabras del sociólogo, historiador e investigador Edgar Rey Sinning, “el Carnaval permite, durante el tiempo de la fiesta, cierta ‘amnistía social’, donde aparentemente todos pueden disfrutar del jolgorio y de la gozadera, sin embargo, las diferencias sociales se mantienen”.
Y es categórico cuando afirma que el Carnaval de estos tiempos debe analizarse en el marco de las dinámicas culturales y económicas en una sociedad de consumo. “La comercialización de todas las fiestas es una realidad en la era del capitalismo y el Carnaval no es la excepción, por eso sin el apoyo de la empresa privada no es posible las celebraciones festivas de carácter popular, e inclusive, las fiestas religiosas”, indicó.
Rey Sinning en entrevista concedida al periodista Leonardo Herrera Delgans ratificó sin titubeos que es necesario que la empresa privada participe del Carnaval en unión para garantizar el éxito de la fiesta popular y autóctona sencillamente porque “la institucionalidad y el Estado no tiene los recursos que garanticen la fiesta, la diversión y el entretenimiento. Por ello, en el caso del Carnaval de Barranquilla o el Festival Vallenato de Valledupar, por poner un ejemplo, requieren comercializar el evento. Además, casi todos o todos los grupos carnavaleros demandan apoyo privado, los mecenas, tal vez ya no los tenemos en nuestra sociedad”, enfatiza.
Lo que debe llamar la atención y le preocupa al sociólogo Edgar Rey Sinning es esa especie de ‘guerra publicitaria’ que se aprecia en los desfiles en donde se anuncian productos desde raticidas hasta bebidas alcohólicas importadas. Las danzas, comparsas y disfraces que participan en los desfiles cuentan con algún apoyo económico, pero a cambio deben lucir un anuncio publicitario. “Es una gran vitrina anunciando productos, una especie de ‘guerra publicitaria’. Esta situación opaca la creatividad de los artistas del carnaval”, precisa Rey, quien por estos días presentó su libro “Joselito Carnaval” en Barranquilla y Santa Marta.
Se trata de la sexta impresión de su libro cuya primera edición empezó a circular en 1992 y en donde revela un análisis sobre cómo ha incidido el desarrollo capitalista en la fiesta y como cada año la resurrección de Joselito Carnaval se convierte en un ritual lúdico y macondiano en donde todas las clases sociales cumplen un papel y tienen un espacio para representarlo.
“El carnaval y la fiesta en general es el alimento espiritual del ser humano, tan importante como el alimento material. No olvidemos que al finalizar el carnaval estamos seguros de que volverá el año entrante, es el eterno retorno”, puntualizó.
