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A las 8:01 de la noche del pasado viernes 2 de febrero fue cargada en la página de la Presidencia de la República la hoja de vida de Armando Benedetti Villaneda como postulado al cargo de embajador de Colombia ante la Oficina para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de las Naciones Unidas. El procedimiento, que en otros casos sería visto como un simple requisito formal para cualquier funcionario, alborotó nuevamente las numerosas polémicas que giran alrededor de su nombre y las posibles intenciones reales del movimiento.
Ese mismo día, el viernes, Benedetti había sido citado a la Corte Suprema de Justicia para responder por casos en su contra pero él decidió ejercer su derecho de guardar silencio y no contestó una sola palabra. Hay quienes preguntan si al nombrarlo embajador ¿lo quieren proteger para que la justicia no le eche mano? O más bien, como todo parece indicar, el Gobierno corrió a reabrir esta embajada para evitar que Benedetti siga hablando de la presunta financiación irregular de la campaña de Gustavo Petro, como lo hizo el año pasado cuando le provocó serios líos al Presidente.
Esta embajada, vale decir, estaba cerrada hace más de 20 años, desde cuando decidieron que no tenía sentido tener tres embajadas en Roma (contando la de El Vaticano) y decidieron que sus funciones las atendiera el embajador de turno en Roma.
Se trata de un nuevo puesto para el curtido político, quien vuelve al Gobierno del presidente Gustavo Petro después de su escandalosa salida en julio del año pasado del puesto que tenía como embajador en Venezuela, debido a los polémicos audios que revelaron sus diferencias con el presidente y la entonces jefe de gabinete, Laura Sarabia.
Benedetti había llegado a Caracas como uno de los verdaderos escuderos de Petro, después de su labor en época electoral, y con la intención de liderar la reactivación de las relaciones bilaterales entre Colombia y Venezuela, lo que incluía el manejo de delicados temas políticos. Sin embargo, el torbellino desatado por los audios revelados lo obligó a volar de emergencia a Bogotá y luego salir del cargo diplomático.
“Yo no me voy a dejar mamar gallo, Laura. Te lo juro por la vida de mis hijos que no pasará nunca, nos hundimos todos, nos acabamos todos, nos vamos presos”, fue una de las recordadas frases que se publicaron de las conversaciones entre Benedetti y Sarabia, que actualmente es la directora del Departamento de Prosperidad Social (DPS). El tono y el contenido dejaron muy poco para la imaginación.
Por lo que se concluyó que las relaciones del exembajador en Venezuela con el presidente no habían terminado en los mejores términos. Y los audios, además, dejaron claro el determinante papel que jugó Benedetti durante la organización de la campaña del presidente Petro, ya que en uno de estos Benedetti se refirió a la gestión de 15.000 millones de pesos para la campaña.
Algunos de los cuestionamientos tienen que ver con la necesidad real de la embajada ante la FAO y de su elevado costo, es decir que es una oficina de la que se podría prescindir, y que en realidad llevaba más de dos décadas cerrada. La pregunta para muchos es si en realidad Petro le entregó ese puesto para tenerlo contento, protegido e, incluso, callarlo.
“Petro reabre la embajada ante la FAO solo para darle el puesto a Armando Benedetti. Esa oficina fue cerrada hace 21 años y ha sido atendida, sin ningún problema, por la Embajada ante Italia todos estos años”, señaló el periodista y abogado Melquisedec Torres a través de su cuenta de X.
Torres, quien es uno de los constantes críticos a todos los movimientos del gobierno Petro, además dijo que “estar en la FAO, aún sin embajada, vale unos $8.500 millones anuales”, que “reabrir la embajada costará otro dineral, sin ninguna necesidad real” y que “muchos países no tienen embajador en la FAO y atienden o desde sus embajadas en Italia o el Vaticano”.
Pero, el señalamiento más llamativo es que, según Torres, al ser una embajada en un organismo multilateral, los postulados no necesitan aceptación de ningún gobierno y “si lo hubiese nombrado en la de un país, corría riesgo de ser rechazado”, esto en relación a los enredos judiciales que tiene Benedetti.
El envío a Italia también tiene otra lectura política y no de menos importancia. Algunas voces críticas del Gobierno sugieren que fue una manera inteligente que halló el presidente para mantener a Benedetti lo más lejos posible de Laura Sarabia, de quien dicen no lo quiere ver ni en pintura y que, incluso, lo responsabiliza de haber inducido a su ex niñera Marelbys Meza a denunciar lo des supuesto sometimiento irregular a la prueba del polígrafo, en el caso denominado “El Niñeragate”.
La coyuntura del anuncio sirvió también para revivir un polémico video en el que el canciller Álvaro Leyva, hoy suspendido por la Procuraduría, se refiere a Benedetti en medio del escándalo de su pelea con Sarabia: “A Benedetti cómo se le puede creer, es increíble. Él mismo dice: yo soy un drogadicto. Pónganse ustedes a pensar, les parece que esa puede ser una buena fuente. Por eso pusimos el acelerador a fondo y en tres horas se cambió”, dijo en esos días Leyva, al hablar de la salida de Benedetti de Caracas.
Ahora con la reactivación de Benedetti en las filas del Gobierno, el presidente parece enviar un mensaje y es que prefiere tener las relaciones en buenos términos con uno de sus exlíderes de campaña.
Sin embargo, la ley colombiana específica que su nuevo cargo como embajador ante la FAO no le da fuero a Benedetti para decir que su caso pasa a la Fiscalía, pero los juristas aún debaten.
“Habrá que determinar cuál es el estatus político que tiene el cargo para el que fue postulado el exsenador. Teniendo en cuenta que esa misión había desaparecido porque le genera al Estado una remuneración importante, sin que se haya advertido en el pasado alguna importancia”, dijo Hernando Herrera, director de la Corporación Excelencia en la Justicia.
¿Qué sabe Benedetti de alimentación y agricultura?
La embajada de Colombia ante la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que tiene su sede en Roma, había sido “cerrada” desde 1999, durante el gobierno de Andrés Pastrana, momento en el cual se clausuraron embajadas como la de Nueva Zelanda, Tailandia y Bulgaria, como una manera de ahorrar en delegaciones diplomáticas que no eran tan relevantes.
En el caso de la FAO, el cierre se justificó diciendo que en Roma existían otras dos embajadas, la ante Italia y la del Vaticano, y las funciones de la de la FAO las podía cumplir el embajador de turno ante el país. Así como ocurrió con la de la Unesco, que años después, se decidió no nombrar embajador sino que fuera atendida por el embajador de turno ante el gobierno de Francia./Colprensa/El Colombiano.