HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Desde elecciones, los políticos no se interesan por el proceso de paz de la cárcel de Itagüí

Ni siquiera el Alto Comisionado Otty Patiño ha visitado a los excapos de la mafia que negocian la paz con el Gobierno desde hace más de un año. El proceso parece embolatado.

En diciembre pasado nadie se sorprendió en la cárcel de Itagüí cuando el presidente Gustavo Petro sacó del gobierno a Danilo Rueda, que desde el 7 de agosto de 2021 se había desempeñado como Alto Comisionado de Paz. Para quienes habían sido los capos de la mafia en Medellín y área metropolitana, el papel de Rueda había sido más que tímido, incluso decían en los pasillos que les iba tocar poner bombas para que desde la Casa de Nariño les pararan bolas.

El comentario sardónico venía en una clara comparación con el ELN, pues Rueda —y el mismo presidente Petro— se han desvivido en esa mesa de diálogo que busca terminar con la última guerrilla añeja del mundo, pero el tiempo se les ha ido persiguiendo un imposible. Los excapos creían que Rueda era un tipo demasiado noble para le negociación, idealista, poco curtido en los dobleces de la guerra.

En cambio, a Otty Patiño, el nuevo Comisionado de Paz, lo ven con más respeto, pues saben de su pasado en el M-19, sin embargo, no han podido verlo ni una sola vez. A Danilo Rueda tampoco se le veía mucho por la cárcel de Itagüí y en realidad desde octubre pocos políticos se pasan por allá, porque durante las elecciones todos los candidatos —dicen— mandaron cartas y comunicados, unos buscando apoyo con votos en los barrios y otros pidiendo respeto por la democracia.

Por esa época muchos creyeron que como un respaldo a la Paz Total de Petro, los excapos iban a ordenar que en los barrios se votara por Juan Carlos Upegui, el bendecido de el exalcalde Daniel Quintero, sin embargo, esto nunca sucedió. Desde adentro de la cárcel alguien dice: “Nosotros no queríamos tener relación con un hombre que se robó la ciudad. Fue de conocimiento público que enviamos una carta diciendo que nosotros no nos íbamos a meter en asuntos políticos”.

Quizá esa decisión ahora los tiene olvidados en medio de la Paz Total de Petro que se concentra en las negociaciones con el ELN, las disidencias de las Farc y hasta con el Clan del Golfo, con cuyo estado mayor se planean ya reuniones en el Urabá antioqueño y el norte del Chocó.

El año pasado hubo planes desde la cárcel de Itaguí de hacer un gran evento de jóvenes, y fue aupado por varios políticos, congresistas y senadores incluidos, todos de distintos bandos —nada de exclusividad con el Pacto Histórico—, pues se creía que de esa manera iban a lograr algunos votos, pero la idea no cuajó. El punto es que ahora no aparece nadie por la cárcel y los excapos —hay varios estudios de inteligencia militar que señalan a algunos de seguir moviendo las bandas desde la cárcel— se quedaron con los crespos hechos, aunque aseguran que tiene toda la intención de negociar.

Por ejemplo, la congresista Isabel Zuleta era una de las personas que más pasaba por la cárcel, pues es una de las delegadas del Gobierno, mas por allí no se le ha vuelto a ver mucho, pese a que ella se había convertido en la emisaria de muchos de estos excapos de la mafia local, que ahora parecen estar más solos que nunca.

Nada más la semana pasada el alcalde Federico Gutiérrez criticó que en las negociaciones se esté cediendo el poder del Gobierno para combatir a las bandas, y dijo: “Yo no hablo con ellos, ni hablaré con ellos, yo me dedicaré es a combatir las estructuras criminales”.

Hay que recordar que en su discurso de posesión, Gutiérrez le hizo un llamado al presidente Petro: “Yo quisiera mencionar algo que es fundamental para la ciudad, pero no solo para Medellín, y un primer mensaje al Gobierno nacional, la Paz Total se ha convertido en la entrega total del territorio nacional a las estructuras criminales, es hora de que el presidente Petro redireaccione esa política y le dé más garantías al ciudadano que a los criminales”.

Para mucho es un misterio que piensa el Alto Comisionado sobre la negociación con bandas dedicadas al narcotráfico, pese a que el mismo Otty Patiño le dijo a El Tiempo que era necesario negociar con el Clan del Golfo, aunque aclaró que “no toda negociación es buena”. Todo parece indicar que Patiño es mucho más vertical con el concepto de conflicto armado y está lejos de darles reconocimiento político, que es lo que todos quieren, y que les den el narcotráfico como un crimen conexo.

Pero no todo han sido malas noticias o descuidos en la cárcel de Itagüí, pues hace algunas semanas apareció en el panorama el abogado Juan Guillermo Sepúlveda, experto en justicia restaurativa y mediación penal, fundador de la Fundación Colombia Restaurativa. Se trata de un hombre de 72 años que en los años 80 estudió toda la teoría restaurativa en Europa y tiene más de una historia en Medellín: fue procurador local en plena guerra de Pablo Escobar, hizo parte de la Consejería Presidencial para Medellín, estuvo entre quienes fundaron el IPC, hizo parte de la negociaciones con las milicias urbanas y, entre otras más reseñas, en los años noventa estuvo detrás de la pacificación de las cárceles y los barrios de la ciudad. A principio del años 2000 tuvo que huir a Europa con su familia porque los paramilitares lo amenazaron.

Tras su regreso a Colombia en 2012, fue nombrado como subdirector de Seguridad y Convivencia del Ministerio del Interior, luego fue coordinador del “Plan de Iniciación de Convivencia y Seguridad Ciudadana para el posconflicto” y cuando acabó el gobierno de Juan Manuel Santos fue nombrado como procurador Judicial Penal II.

Sepúlveda estuvo hace pocos días en la cárcel, donde los capos lo reconocieron por el trabajo social que hizo en los años noventa en los barrios de Medellín, cuando ellos apenas eran unos “muchachos de la vuelta” o unos sicarios que calentaban sus armas en contra de las milicias urbanas. Sepúlveda tiene un proyecto educativo para montar en la cárceles que consta de dos diplomados, el primero se llama Diálogos Restaurativos para la Reconciliación Urbana y el segundo es Paz Social desde las Cárceles, ambos fueron aceptados por el INPEC y conocidos por Danilo Rueda, sin embargo, no han pasado por las manos de Otty Patiño.

En la cárcel han sido bien acogidos los dos proyectos de diplomados, sin embargo, hasta que desde la Presidencia de la República no sean aceptados, no se pueden anexar como un programa de la Paz Total. En esto también algunos presos ven la desidia del gobierno, que además de no aparecerse en los últimos dos meses, no le da celeridad a otros procesos.

Sepúlveda puede ser uno de los eslabones para que tome fuerza el proceso en Itagüí, aunque por ahora parece que pocos están interesados en seguirle la corriente, pues no cuenta con el apoyo de los líderes del Pacto Histórico.

Por ahora, el proceso de paz con las bandas criminales de Medellín no es más que un borrador; los excapos (por primera vez todos reunidos en una misma cárcel, divididos internamente en la facción Envigado y la facción aliada con el Clan del Golfo) se dan cuenta de que nadie les está prestando atención, pese a que la ciudad desde hace varios meses está pacificada por un pacto que viene de Itagüí.

Para muchos líderes barriales y quienes han estudiado el conflicto urbano en Medellín, se está perdiendo una oportunidad única para cambiar la guerra que lleva más de cuatro décadas azotando a la ciudad; otros consideran que se corre el riesgo de entregarles muchos beneficios a cambios de impunidad. Resuena la frase del alcalde Federico Gutiérrez: que el proceso se haga de frente a la comunidad.

fuente: EL COLOMBIANO

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