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Fiesta y color en la inauguración de los Panamericanos

El fuego panamericano comenzó a flamear en el pebetero del Estadio Nacional de Chile luego de una emotiva entrada a través de la emblemática escotilla 8.

El escenario se fundió en negro y el fuego encendido hace un mes en la Pirámide del Sol en Teotihuacán, México, ingresó en el coliseo de la mano de la nadadora chilena Kristel Köbrich por la llamada escotilla 8 e iluminó la frase «Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro», en medio de una emoción contenida.

Después, se inició la vuelta olímpica, posta final de un recorrido que comenzó en los extremos norte (Arica) y sur de Chile (Punta Arenas), y que cruzó incluso la lejana Isla de Pascua (RapaNui) en la Polinesia antes de llegar al pebetero de cobre colocado en el centro del estadio.

La antorcha entró de la mano de Kristel Köbrich, abanderada de Chile, que se la entregó al exfutbolista del Real Madrid, Iván Zamorano, quien tras recorrer unos metros con ella se la entregó a Alfonso de Iruarrizaga, medalla de plata de tiro en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988.

El legendario Iruarrizaga portó la llama y la pasó a las manos de los ex tenistas Nicolás Massud y Fernando González, quienes en un emocionante momento se la dieron a Lucy López Cruz, medallista de plata de salto alto en Argentina 1951, la primera edición de los juegos, que con 93 años encendió el fuego panamericano. / AFP

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