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Desde principios de la década anterior en el país se ha venido discutiendo la posibilidad de eliminarles tres ceros a los billetes. Aunque desde esa época se han enunciado diversas bondades que, para la economía, las empresas y las personas se tendrían con la adopción de esta medida, el Congreso no la ha avalado.
La iniciativa presentada por el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas y el Gerente del Banco de la República, Juan José Echavarría, de la mano del Presidente de la República, Juan Manuel Santos, fue llevada al Congreso donde le espera un camino espinoso, ya que los múltiples intereses que allí confluyen no ven con buenos ojos que la propuesta prospere
A esta iniciativa se le ha sumado el Fiscal General de la Nación, Néstor Humberto Martínez, quien, además de las bondades económicas de la medida, enfatiza los efectos que esta iniciativa tendría sobre las estructuras ilegales.
En particular, el Fiscal señala que, con la medida, “pierde poder liberatorio el peso antiguo, el que está encaletado”, que es producto de las actividades criminales. Para el funcionario, es indispensable que la sociedad colombiana reconozca que hay una economía subterránea y que, por ende, hay una monetización del delito en caletas. También indicó que se debe alcanzar un consenso entre el sector financiero, el Estado y la sociedad para que no entren los dineros ilícitos en la economía formal.
De esta forma, según el Fiscal, “les expropiamos la riqueza ilícita que lograron acumular cientos de bandas criminales, que son las que están afectando la seguridad ciudadana, las que están expropiándonos la paz en los territorios del posconflicto”.
En general, entre los diferentes analistas hay consenso sobre las bondades económicas de la eliminación de los tres ceros de los billetes.
Entre ellas están la facilitación de las transacciones comerciales entre los distintos agentes, el manejo más simple y menos gravoso de la contabilidad y el presupuesto para las empresas, y la reducción del valor del almacenamiento electrónico.
En cuanto al costo que puede representarle al Estado la medida, están los propios de los ajustes que ella implica. Ellos son, entre otros, el cambio de las actuales planchas de billetes, la producción de las nuevas monedas y billetes y la necesaria campaña pedagógica que debe emprenderse para facilitarles a las personas el cambio.
Al momento, y gracias a la decisión que el Banco de la República adoptó de cambiar (en los nuevos billetes que comenzaron a circular en 2016) los tres ceros por la palabra mil, hacer el cambio no supondrá grandes costos ya que se seguirán utilizando estos mismos billetes.
Según el ministro de Hacienda, en esta oportunidad, el mayor costo lo representará eliminar la palabra mil, pues “el billete seguirá siendo exactamente el mismo”. Otro costo en el que se incurrirá es el de la emisión de nuevas monedas, porque será necesario introducir el concepto de ‘centavos’. Aunque puede ocurrir que algunos agentes quieran aprovechar el cambio para afectar los precios, este debería ser un efecto momentáneo.
En esta ocasión hay argumentos de mayor peso para que, por fin, se eliminen los tres ceros a los billetes y Colombia se muestre como un país moderno frente a sus pares, que ya adoptaron la medida. La decisión, que esperamos sea favorable, está en manos del Congreso de la República.