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Gracias a la compilación de los discursos de Colombia en el Debate General de la Asamblea de la ONU, realizada por dos asesores en la Cancillería con ocasión del bicentenario del Ministerio de Relaciones Exteriores, Fernando de Mora y Diana Alejandra Medina, podemos colocar en contexto histórico, por ejemplo, el reciente del presidente Gustavo Petro. Se trata de un volumen de más de 600 páginas en formato grande. Voy a tomar el primer discurso del expresidente Alfonso López Pumarejo.
Para mí lo más significativo de ese discurso fue la crítica del expresidente al Derecho de Veto otorgado a las potencias que eran miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Un tema que en esta sesión volvió a plantearse al considerar la conveniencia de la reforma del Consejo de Seguridad.
El expresidente López hace una juiciosa reflexión sobre el papel histórico de las guerras, sobre la manera como el tema ha sido manejado en el hemisferio occidental y sobre la forma como debería evitarse la guerra en el futuro, ahora con una organización como la ONU cuyo principal propósito es el mantenimiento de la paz. Ojalá se publicara en su totalidad el discurso de López Pumarejo porque revela el interés protagónico que tuvo Colombia en esta etapa crucial de la construcción del Orden Internacional de postguerra. Reproduzco a continuación los párrafos que me parecen más dicientes sobre el proceso de decisiones en el nivel mundial si queremos la paz:
“En realidad, ni el voto de las mayorías ni el veto, por sí solos, pueden garantizar la paz. La imposición de una mayoría de votos puede parecer más legítima que cualquiera otra forma de imposición; pero no por eso deja de ser el resultado de la fuerza numérica, que por el hecho de que no se ejerza de manera brutal, no es más excusable. Les impone a las naciones más fuertes, que son las menos, la obligación de ceder ante la voluntad de las débiles, que son las más. De donde surge, en nuestro concepto, la necesidad de restringir no solamente el empleo del veto, sino del voto como recurso ordinario para las decisiones trascendentales. Tanto el uno como el otro impiden la transacción en muchos casos en que sería muy fácil llegar a ella como una solución intermedia”.
“La experiencia de los pueblos latinoamericanos en sus relaciones continentales nos ha permitido observar que el derecho de una mayoría para dar cumplida ejecución a una política internacional ha de ejercitarse con extrema discreción”.
… “Como están las cosas, el empleo razonado del veto podría interpretarse como un derecho que los pequeños Estados han concedido a los grandes para aplazar el estudio de cualquier materia en un momento dado. Pero también podría considerarse como una tremenda amenaza para el derecho a disentir que todos los pueblos y sus representantes deben tener, particularmente los más débiles, si los fuertes pretendieren ejercerlo indiscriminadamente, como arrogándose una imprevista tutela sobre las opiniones del mundo contemporáneo. El derecho a discutirlo en la Asamblea General es, a nuestro juicio, inseparable del derecho de veto en el Consejo de Seguridad; pero entendemos que, siendo iguales todas las naciones, grandes y pequeñas en esta Asamblea, no es igual la responsabilidad que tienen en la preservación de la paz”.
*Exministro de Estado