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En 2016, la justicia ordenó detener a Henry William Torres Escalante. En su momento, fue el primer militar con rango de general capturado por ‘falsos positivos’. Este martes, siete años después, se convirtio en el militar con mayor rango en reconocer públicamente ser máximo responsable de casi doscientas muertes y desapariciones ilegítimamente presentadas como bajas en combate.
El mayor general Henry Torres ocupó la comandancia de la Brigada 16, a la que llegó en 2003, entre diciembre de 2005 y junio de 2007. En ese período, según señaló la Jurisdicción Especial para la Paz, y como reconoció él mismo la noche de este martes, presionó a las unidades adscritas a su brigada para obtener “resultados operacionales” que en realidad eran solo muertes.
El magistrado Óscar Parra, uno de los que presidió las audiencias del 18 y 19 de septiembre, indicó que Torres “impulsó el plan criminal” que llevó a cabo la Brigada 16, que se convirtió en una “organización criminal”. Al mayor general retirado se le imputó por 196 víctimas reportadas a partir de 141 eventos que lograron falsos “resultados operacionales”. Cinco de sus víctimas fueron mujeres, una fue de orientación sexual diversa y cinco fueron adolescentes.
Torres admitió que, siguiendo la lógica del comandante del Ejército, Mario Montoya, y del comandante de la cuarta división, Guillermo Quiñónez Quiroz, buscó establecer una medición de sus pelotones con base en muertes en combate, despreciando las capturas y otras formas de obtener resultados. En ese momento, era coronel.
Dirigiéndose a familiares de sus víctimas, Torres apuntó que “la intervención que han realizado, su dolor, sus exigencias, me llevaron a enfrentar que muchas veces había negado”. Por ello, decidió “reconocer el daño causado a ustedes, madres, esposas, hijos, hermanos”, puesto que les causó perjuicios morales y físicos.
“De manera libre, voluntaria y consciente de mi posición, y de las obligaciones que me eran exigibles, asumo con vergüenza ser el máximo responsable”, resaltó. “Asumo esta responsabilidad por todos los señalamientos que me han hecho”, puesto que los asesinatos y las desapariciones “fueron cometidos bajo mi mando, por mi exigencia”.
“Mi reconocimiento y responsabilidad se fundamentan por las presiones permanentes que realizaba a mis subordinados, siempre exigiendo resultados operacionales, dando prelación a las muertes”, sostuvo Torre. El exmilitar se calificó a sí mismo como “incisivo” en los hostigamientos que promovía por medio de programas radiales diarios, órdenes directas, “comparaciones entre unidades” con base en resultados y “llamados de atención a los que no presentaban resultados”.
El general retirado admitió que su Brigada se prestó para brindar todos los medios disponibles al DAS y al Gaula, pero debió haber enfocado su autoridad “en el control y la supervisión”. “Los encausé para seguir las presiones mías”, insistió, refiriéndose a los militares que estaban bajo su cargo. “Llevan tantos días, y de aquello, nada”, era una de las frases que utilizaba; «los muertos no hablan» fue otra.
“Por mi soberbia, nunca me detuve a medir la magnitud. Mi actitud irresponsable, sin duda, generó que los controles a las operaciones se volvieran mecánicos, sin mayor exigencia ni análisis cuidadoso de las circunstancias”, dijo. Adicionalmente, indicó que en 2007 la orden era “solamente neutralizar”, a pesar de que los paramilitares y la guerrilla se estaban desmovilizando.
Además, Torres reconoció su influencia como comandante en procesos disciplinarios y de justicia militar. Admitió, asimismo, que la falta de resultados en investigaciones logró motivar las muertes presentadas como bajas en combate, puesto que los militares no veían alguna muestra de control. A los militares que lograban ‘bajas’, “los felicité públicamente y los puse de ejemplo”.
“Debo reconocer con vergüenza que, con todos estos crímenes, para esa época yo fui uno de los beneficiados”, pues, como su unidad estaba ofreciendo “resultados”, el sector defensa en su conjunto felicitaba a Torres como su comandante. “Esa actitud mía, y otras, indiscutiblemente generaron en la brigada lo que la Sala (de Reconocimiento de la JEP) denominó una organización criminal”.
“Perdón a ustedes. Mil y mil veces perdón”, exclamó Torres.
Una de las víctimas, hija de un campesino asesinado por la Brigada 16, se levantó de su asiento y se dirigió al general en retiro: “¿Por qué tenía que ser mi padre? ¿Por qué él? ¿Y por qué dijo que era un bandido? Él no era ningún bandido, más bandido eres tú”.
BOGOTÁ, (Colprensa).