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Los precios cambian su tendencia aceleradamente. De alzas súbitas y persistentes en alimentos, energía, servicios, vestuario, fletes y logística, estamos pasando a disminuciones y caídas a lo largo y ancho del planeta. En China la inflación de marzo fue de -0.3%, llevando el índice para doce meses a 0.7%. Esto quiere decir que las presiones al alza en este proveedor clave de la economía mundial, han cedido paso a la estabilidad dentro de un ambiente de renovado crecimiento. Tanto así, que las tasas de referencia del banco central chino fueron rebajadas en un mensaje de confianza sobre el comportamiento económico del 23 y 24. Buenas noticias para el crecimiento económico del mundo, que dan tranquilidad sobre los costos de los bienes y servicios que China provee globalmente. Si no estuviera creciendo el riesgo bélico con Occidente y gran parte del Pacífico por Taiwán, la recesión mundial, especialmente la de EEUU, estaría ahora más lejos que hace seis meses.
En Europa, la inflación del primer trimestre muestra un frenazo inigualado desde 1977. Las alzas han parado y la prespectiva ha mejorado. El asunto de la energía complica un poco las cosas, por la invasión rusa a Ucrania y el papel de aquélla en el abastecimiento de petróleo y gas: la inflación básica en la UE sin energía ni alimentos, se mantuvo alta y seguirá alta en las series dada la caída vertical del gas cuando la Unión se sobreabasteció en el segundo semestre de 2022 para protegerse de las amenazas rusas de recortes. En definitiva, la inflación en Europa dio un giro muy importante en marzo hacia la estabilización de los precios.
En los Estados Unidos, la inflación del 5% a marzo marcó la desaceleración más importante desde hace dos años cuando empezó la subida pronunciada. El pico superior al 9% hace ocho meses, generó la reacción acelerada de la Reserva Federal subiendo los tipos de interés. La inflación sin energía ni alimentos, igual que en Europa, tiene comportamientos estadísticos que podrían distorsionar el análisis de la caída de los precios; se mantiene arriba y parecida a la de febrero, pero con perpectivas de disminuír efectivamente en los próximos meses.
En América Latina la inflación sigue alta, con perpectivas de descenso próximo. La región, y Colombia no es la excepción, tiene velocidades de consumo menores que las de los países más desarrollados. Por lo tanto, las rebajas en los precios se dan más lentamente especialmente en los bienes y servicios con componentes importados. El fenómeno es así: se importa un bien a un precio cuya tendencia hace un año era al alza; se decide importar más para cubrirse de alzas futuras; pero los precios se descuelgan y el importador se queda con unos inventarios caros que no puede disminuír sino alargando los cronogramas de ventas para no perder plata, o saliendo de ellos ya perdiéndola. Como no abunda el capital, casi siempre se prefiere rebajar gradualmente los precios, mezclando poco a poco inventarios caros con nuevos baratos. Consecuencia: los precios bajan más lentamente para insomnio de los bancos centrales. Si hay revaluación de las monedas locales, los precios bajarán más rápido.
En Colombia estamos en una inflación de doce meses a marzo pasado de 13,3%, básicamente la misma de diciembre de 2022, pero con una revaluación de alrededor del 9% en lo que va del año. Las dos cosas son señales inequívocas de que estamos superando la escalada. Si se agrega que los precios al productor cayeron en marzo -0.3%, y que en doce meses subieron la mitad del IPC, no hay duda de la tendencia a la baja.
Ojalá los bancos centrales que reaccionaron con tanto brío a la inflación que ellos mismos causaron por manguianchos, no lo hagan ahora tardíamente frente a las señales de alivio en los precios. Estabilidad y descensos en las tasas de interés que alejen la amenaza recesiva y apuntalen la estabilidad del sector financiero, es lo que se impone.
*Exministro de Estado