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La Cruz nos hace hermanos

Con mucho fervor y devoción, los samarios y turistas participaron del rezo del Santo Viacrucis, liderados por cada una de las Parroquias de la Diócesis samaria.

Uno de los más concurridos fue el convocado por la Catedral Basílica, el cual estuvo presidido por el señor Obispo, monseñor José Mario Bacci Trespalacios, con el acompañamiento del párroco, padre Isidro de Jesús Castro Duque.

Centenares de feligreses hicieron el recorrido de cada una de las estaciones e invocaron a Dios Todopoderoso por su intersección en sus vidas y especialmente por la paz de Colombia y por consiguiente en todos los hogares colombianos.

En esta fecha especial, el Papa Francisco nos recuerda que “De la cruz brota el perdón, renace la fraternidad: La cruz nos hace hermanos”.

Con esta frase nos recuerda que en el Calvario tuvo lugar el gran duelo entre Dios que vino a salvarnos y el hombre que quiere salvarse así mismo.

Los brazos de Jesús, abiertos en la cruz, indica el Pontífice, marcan un punto de inflexión, porque Dios no señala con el dedo a nadie, sino que abraza a todos. Porque sólo el amor deja lugar al otro. Sólo el amor es el camino para la plena comunión entre nosotros.

“Sálvate a ti mismo” también representa, según el Papa Francisco, el clima de hostilidad contra Él, que se verifica incluso en los crucificados que estaban junto a Jesús. ¡Qué fácil es criticar, hablar en contra, ver el mal en los demás y no en uno mismo, hasta llegar a descargar las culpas sobre los más débiles y marginados! Sólo buscan a Jesús para resolver sus problemas. Pero Dios no viene tanto a liberarnos de los problemas, que siempre vuelven a presentarse, sino para salvarnos del verdadero problema, que es la falta de amor. Esta es la causa profunda de nuestros males personales, sociales, internacionales, ambientales. Pensar sólo en sí mismo es el padre de todos los males. Pero uno de los ladrones observa a Jesús y ve en Él el amor humilde. Y obtiene el cielo haciendo una sola cosa: cambiando la atención de sí mismo a Jesús, de sí mismo a quien estaba a su lado”.

El Santo Padre nos invita a mirar a Dios crucificado, y pedir la gracia de estar más unidos, de ser más fraternos. Y que, cuando estemos tentados de seguir la lógica del mundo, recordemos las palabras de Jesús: «Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará».

LAS ESTACIONES

-Primera Estación. Jesús es condenado a muerte. Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Mi buen Jesús, te han condenado a muerte. Yo quiero quedarme junto a ti para que no te sientas sólo. Ayúdame, Jesús, a tener fuerzas para quedarme junto a ti.

-Segunda Estación.  Jesús es cargado con la cruz. Jesús mío, te han cargado con la cruz. La veo muy grande y seguramente te pesa mucho. Yo quiero ayudarte.

-Tercera Estación. Jesús cae por primera vez. Te has lastimado, mi buen Jesús, pero te vuelves a levantar. Sabes que debes seguir adelante. Yo quiero seguir contigo. Dios mío, dame fuerzas para levantarme cuando me caiga y así seguir adelante, como lo hizo Jesús.

-Cuarta Estación. Jesús encuentra a su Madre. María, ves pasar a tu Hijo y te duele mucho verlo así. Te duele más que a todos nosotros. Pero tú confías en Dios y Él te hace fuerte y mantiene viva tu esperanza en la Resurrección. María, déjame estar contigo acompañándote y ayúdame a parecerme cada día más a ti.

-Quinta Estación. Jesús es ayudado por el Cireneo. El Cireneo te ayuda a cargar la cruz. Yo también quiero ayudarte cada vez que te vea cansado. Dios mío, ayúdame a ser generoso y servicial. En mi casa, en la escuela, en el trabajo, y en todo lugar para así parecerme al Cireneo y ayudar a tu Hijo a cargar la cruz.

-Sexta Estación. La Verónica enjuga el rostro de Jesús. Una mujer se ha acercado a ti, mi buen Jesús y te ha limpiado la cara. Tú la miras con mucho amor. Así quieres que tratemos a nuestros semejantes. Dios mío, así como la Verónica se acercó con tu Hijo, yo también quiero hacerlo con mis hermanos.

-Séptima Estación. Jesús cae por segunda vez. Otra vez te has caído, mi buen Jesús. Es que el camino es muy largo y difícil. Pero nuevamente tú te has levantado. Tú sabes que es necesario levantarse y seguir adelante hasta el final. Jesús, ayúdame a levantarme igual que tú, para poder seguir adelante en mi camino hacia ti.

– Octava Estación. Jesús consuela a las santas mujeres. Hay unas mujeres en el camino del calvario y tú te has detenido a saludarlas. Es tan grande tu corazón que las consuelas, en lugar de recibirlo. Quieres darles la esperanza de la Resurrección. Dios mío, ayúdame a tener el corazón tan grande como el de tu Hijo Jesús, para ayudar siempre a mis hermanos.

-Novena Estación. Jesús cae por tercera vez. Una vez más, mi buen Jesús, una vez más has caído. Y una vez más te has levantado. Tú sabes que es necesario llegar hasta el final para así poder salvarnos del pecado. Gracias, mi buen Jesús, porque te levantaste y así me salvaste. Ayúdame a mí a levantarme cada vez que me caiga.

Décima Estación. Jesús es despojado de sus vestiduras.  Mi buen Jesús. Te quitan la única túnica que tienes y los soldados la juegan a los dados. Pero tú nos dijiste una vez que tu Reino no es de este mundo, y son las puertas del cielo las que quieres abrir para nosotros. Gracias, mi buen Jesús, gracias por querer salvarme.

-Décima Primera Estación:  Jesús es clavado en la cruz. Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Has llegado a la parte alta del monte, mi buen Jesús. Y te clavaron en la cruz como si fueras el peor de los ladrones. Pero tú sabes perdonar a quienes lo hicieron. Y también nos perdonas nuestras faltas. Jesús mío, también perdóname a mí. Yo te quiero mucho y no me gusta verte así.

-Décima Segunda Estación. Jesús muere la cruz. Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Mi buen Jesús, viniste al mundo a salvarnos y ahora lo has logrado. Con tu muerte en la cruz, con tu obediencia a tu Padre nos has abierto las puertas del cielo. Gracias, mi buen Jesús, gracias. Ahora ayúdame para que yo me gane el Cielo.

-Décimo Tercera Estación: Jesús es bajado de la cruz. María, tu Madre, te detiene entre sus brazos. Está muy triste, pero sigue confiando en Dios. Ella sabe que este no es el final. María, tú te convertiste en mi Madre desde la cruz. Jesús nos ha querido hacer ese regalo. Ayúdame a estar muy cerca de ti y de tu hijo toda mi vida.

Décimo Cuarta Estación. Jesús es colocado en el sepulcro Ahora todo ha terminado. La gente vuelve a su casa. Pero a nosotros nos queda la esperanza de la Resurrección. Sabemos que tú vivirás siempre. En el Cielo, en el Sagrario y también en nuestro corazón. Ayúdame, mi buen Jesús, ayúdame a resucitar contigo cada día, y a vivir con la alegría de la resurrección.

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