HOY DIARIO DEL MAGDALENA
Líder en la región

Colegio Bilingüe, la filantropía samaria 

En el mes de marzo de 1983 se fundó el Colegio Bilingüe Santa Marta. Unos visionarios excepcionales, tuvieron la idea de conformar un Colegio a la altura de los que se erigían y ya llevaban algún tiempo en otras ciudades.

Para ese tiempo eran muy pocos los que tenían el privilegio de hablar inglés en Santa Marta. La ciudad adolecía de un centro educativo que permitiera a una nueva generación educarse en Santa Marta, teniendo como base no solo el currículo que por ley corresponde a la educación en Colombia, sino incluir diferentes asignaturas que impregnaran al estudiante un bagaje del idioma inglés y la cultura Anglo-Americana.

Afortunadamente se juntaron diferentes aspectos en esa pequeña ciudad como lo era Santa Marta en la década de los ochenta, para que ese sueño de unos pocos, hoy constituya la obra de filantropía más importante que tiene la ciudad en sus casi quinientos años.

Los primeros años no fueron fáciles. Recuerdo como si fuera ayer el empeño de esos fundadores y padres de familia, quienes donaron no solo el terreno, dinero para hacer las construcciones y traer a los profesores, sino su valioso tiempo para que este Centro Educativo creciera y se destacara como lo ha hecho. Era tal el interés de esos visionarios que no les bastó su contribución, sino que se dedicaron a ser los representantes legales, miembros del Consejo Directivo, profesores y ayudantes en diferentes temas. En ese momento concibieron manejar el colegio como una gran familia, en donde los estudiantes nos sentíamos casi hermanos, y el ambiente era tan agradable que aún se empañan los ojos cuando recordamos esos momentos hermosos cargados de una educación impartida con calidad.

Cuatro familias donaron el terreno, construyeron varios salones e inició el periplo educativo. Inicialmente pocas familias se arriesgaron a apostarle a un modelo educativo que apenas se gestaba. Iniciaba el primer calendario B en la ciudad, y varios anglo-hablantes que vivían y otros que llegaron a la ciudad cambiaron por completo la educación en Santa Marta.

Esas cuatro familias lograron unir a una sociedad que requería de líderes que organizaran un centro educativo que, asentado en principios católicos, lograra dotar a una generación ávida de conocimientos, y le permitiera enfrentarse a la necesidad de hablar el idioma del conocimiento, el inglés.

Fue así como se asesoraron de una mujer insignia en la educación en Colombia, la Madre Johanna Cuniffe, entonces rectora del Marymount de Barranquilla, quien fungió como directora académica del Colegio que apenas iniciaba. Todo un acierto.

En el año 1991 se dieron los primeros frutos. La primera generación egresó y de esa forma se graduaron los primeros bachilleres bilingües en Santa Marta. Todo un acontecimiento social y educativo teniendo en cuenta que ya Santa Marta reclamaba bachilleres idóneos que aportaran al desarrollo de la ciudad. Desde ese momento a la fecha han egresado 31 cohortes.

Esos egresados han sabido conservar la estampa que caracteriza a los que hemos tenido el privilegio de estudiar en ese claustro educativo. Muchos de ellos han logrado ocupar cargos en el sector público y privado, aportándole al país y la región, situación que engalana no solo su trayectoria profesional sino también a su amado colegio.

Desde ese momento han pasado varios rectores y rectoras como lo han sido Ms. Olga Blanco de Martínez, Ms. María Astrid Amador, Mr. Brian Seve, Mr. Keith Bookwalte, Ms. Luz Estella López, Mr. Diego Ruiz Jaramillo, Ms. Adriana Ortiz, Dr. John Wells y actualmente Leslie Oconnell, quienes con su sapiencia y el Consejo Directivo, han logrado conducir al Colegio y a sus estudiantes con los más altos valores que requiere una sociedad para desarrollarse.

Como educador que soy, eternamente agradeceré el hecho que hayan impartido en mí una educación de calidad y principios, acompañados de un cariño casi maternal.

Algunos partícipes de este gran logro ya nos han dejado, otros aún están con nosotros. Por eso a los fundadores, aportantes, profesores, trabajadores, a esas familias que le apostaron a una idea que apenas se gestaba, y a mis padres, solo les puedo decir que acertaron. Fueron unos visionarios.

Donde se imparte educación la vida florece, y aquí floreció y se multiplicó.

¡Felices cuarenta años!

*Abogado 

*Seniors 1995 

Magíster en Educación 

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