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En una especie de resguardo indígena se convirtió ayer el primer piso de la Alcaldía de Medellín, tras la toma por la fuerza que hizo un grupo de 500 indígenas, incluidos unos 300 niños. Después de una movilización pacífica por el Centro, de forma sorpresiva y violenta, esta comunidad se metió al edificio, donde permanecieron durante horas.
Los indígenas de la comunidad Emberá Katío, procedente del Chocó y que están ubicados en algunos inquilinatos en Niquitao, iniciaron la marcha desde este sector, en un recorrido tranquilo, que aparecía relegado ante el paro de los taxistas que se realizaba simultáneamente.
Pero a las 10:45 de la mañana del 22 de febrero el panorama cambió y la tranquilidad de la movilización indígena se convirtió en una violenta toma del edificio de la Alcaldía de Medellín. Con palos y piedras redujeron los controles de los vigilantes y quebrando vidrios y dañando torniquetes tomaron posesión del hall principal, mientras que el personal encargado de controlar el ingreso tenía que abandonar sus puestos para no ser agredidos.
Pese a la presencia del personal de la Unidad Nacional de Diálogo y Mantenimiento del Orden, antes Esmad, que estaba en la zona para controlar cualquier situación derivada de la protesta de los taxistas, los indígenas alcanzaron a llegar hasta el tercer piso de la Alcaldía. Incluso, 10 funcionarios, ante el temor, quedaron atrapados en la capilla y fueron rescatados por personal de la Personería.
Rodrigo Vitucay Tequía, uno de los gobernadores indígenas que abanderó la protesta, afirmó que con ella buscan que se les respete el derecho a trabajar en las calles y, aunque suene inverosímil, pedían hacerlo junto a menores de edad. Aseguró que ya habían tratado el tema con la Alcaldía y ante unos incumplimientos, los cuales no explicaron, decidieron hacer esta toma.
Con el fin de calmar los ánimos, el personero de Medellín, William Vivas, intentó crear una mesa de concertación entre la Alcaldía y los manifestantes, a fin de que estos abandonaran la sede de la administración municipal.
Pero instantes después, a través de sus redes sociales, el alcalde Daniel Quintero publicó: “No permitiremos de ninguna forma que se explote, instrumentalice o se abuse niños. No importa que tan violenta sea la protesta”. Sin embargo, la postura del alcalde contrasta con que en los tres años de su gobierno se ha denunciado el estado de mendicidad de más de 500 indígenas, muchos acompañados de niños, y no se ha hecho nada.
Con la protesta, los empleados de la sede municipal tuvieron que ser evacuados de la edificación por el sótano y muchos tuvieron que teletrabajar en el resto del día.
Sobre la 1:15 de la tarde, con los menores en el primer piso de la Alcaldía, hubo nuevas confrontaciones en la plazoleta de La Alpujarra, entre agentes del Esmad y los indígenas, que fue controlada con el uso de bombas de humo. Los desórdenes dejaron 8 personas lesionadas, entre ellas tres policías.
En horas de la tarde se llegó a un acuerdo para levantar la toma de la Alcaldía y trasladar a los indígenas al coliseo Carlos Mauro Hoyos, en la Unidad Deportiva Atanasio Girardot, mientras avanzan las negociaciones, aunque, “algunas de estas peticiones son difíciles de cumplir”, reconoció el personero Vivas.
Todo esto sucede en la misma semana que se estableció medida de aseguramiento en contra de la ahora exsecretaria de Educación, Alexandra Agudelo, por presunta corrupción en la contratación de Buen Comienzo, lo que para muchos ha sido jugar, precisamente, con la alimentación de los niños de la ciudad.
Medellín, COLPRENSA