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La presencia en el país de la señora Janette Sadik-Khan, directora de movilidad y comisionada del Departamento de Transporte de Nueva York, nos puso a pensar sobre la importancia de la calle, el lugar que nos sirve para caminar, interconectarnos, recibir la brisa, disfrutar el paisaje, encontrarnos con los amigos, recrearnos, hacer ejercicio, contemplar el cielo, o simplemente para escrutar las estrellas en las noches silenciosas.
Todo esto suena bonito, invita a la inspiración y el disfrute, pero la verdad es que esos espacios se han dejado expuestos al abandono, la miseria y la congestión con toda clase de vehículos, que perturban, contaminan y asechan, en donde además, la inseguridad reina y los vándalos hacen de las suyas.
La alta funcionaria que nos visita, ha dicho que la movilidad “es un tejido de nuestra vida diaria” y agrega que constituye el inmueble más valioso que tenemos, lo que implica que “se debe utilizar para fines mucho mejores”.
Sin duda alguna hay que revaluar el concepto de la calle y no dejarlo como algo despectivo, incomodo, deleznable; como tierra de nadie, en donde todo se puede y a todos nos es indiferente.
Recuperar la calle como un espacio público amable y solaz, es un imperativo que debe involucrar a las autoridades, a los estamentos cívicos y al ciudadano común. Esa tierra de nadie que representan las ciudades de hoy, hay que encontrarle un sentido de pertenencia y unos instrumentos de defensa que permitan su rescate y que proclamen sus elementos esenciales.
Y todo debe comenzar porque los organismos de gobierno entiendan su responsabilidad y generen instrumentos vinculantes con la comunidad para que entre todos establezcan normas, definan parámetros de acción y adquieran compromisos irrevocables frente a lo que debe ser el espacio público optimo que requerimos para una buena calidad de vida, en donde afloren la tranquilidad, el disfrute y la compensación.
Y digo la compensación, pues resulta de elemental lógica deducir que lo que se pide no es más que la retribución a lo que el ciudadano paga, pues a través de los impuestos, que los tenemos para cualquier actividad que queramos realizar, éstos deben devolvérsele a las personas en obras y en servicios; para eso se pagan, más allá de sostener burocracias y vanidades para los funcionarios, sin ahondar en todo lo que significa la abundante corrupción que nos aplasta.
Los alcaldes tienen que ser más creativos y actuantes; Antanas Mockus logró muchos avances en cultura ciudadana, que lamentablemente no tuvieron sostenibilidad en el tiempo, pero es hora de exigir a los gobernantes locales más compromisos con los ciudadanos y más acción frente a sus responsabilidades como regidores de la comunidad. El espacio público requiere de una revolución en su manejo, lo que tenemos es caótico y cruel.
*Abogado