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Si, debemos anexar este nombre a la galería de héroes y mártires que tiene la Policía Nacional de los colombianos. Una víctima más en esa escalada de dolor que nos corresponde soportar, con estoicismo, a los hombres y mujeres que hoy visten y en otros tiempos vestimos ese verde oliva, que llevamos tatuado en el corazón por siempre.
Lo más triste en este caso que nos vapulea es que nuestro compañero murió cumpliendo una misión, que de tiempo atrás venimos pregonando no corresponde a nuestra institución, sino a otras instancias y autoridades que, amparadas en la fuerza de las circunstancias, se han reclinado en la policía para encubrir sus falencias, sacándole de contera el cuerpo a una situación que amenaza salirse de madre, con detrimento para la Policía Nacional por colaborar con los entes territoriales, a quienes les cabe por ley la responsabilidad de responder y organizar la infraestructura carcelaria en sus departamentos y municipios.
Los ejemplos saltan a la vista, pues no es justo que, ante las falencias de instalaciones para alojar y recluir una alta gama de delincuentes de todo tipo, que, por fuerza de la operatividad investigativa y policiva contra la delincuencia, queden bajo la tutela de la justicia, sean recluidos en establecimientos policiales con vocación administrativa y organizacional, que no cuentan con la capacidad instalada para atender las demandas de diferente índole, propias de este estado de cosas.
La policía inclinada como siempre a colaborar con las autoridades de toda índole, se prestó a conducir y albergar sindicados en sus edificaciones, improvisando alojamientos y procedimientos, sin contar con la formación e instrucción que permita a sus unidades responder con eficiencia y solvencia ante tamaña responsabilidad, generado por lógica una serie de deficiencias y errores que terminan incriminando y responsabilizado nuestras unidades ante la ley y los reglamentos institucionales.
Urge que los entes territoriales se apersonen de sus responsabilidades en el tema, destinando los recursos necesarios para la construcción y adecuación de lugares que cumplan con mínimos requisitos, relevando la policía de esta responsabilidad y cobijándose en la organización creada por el Inpec para atender la operación en estos lugares con personal formado y capacitado en estas lides tan puntuales.
Que la muerte de nuestro compañero sirva como punto de quiebre para romper esta cadena de problemas que se viven en las estaciones de policía a nivel nacional. Llegó la hora de ponernos serios y exigir que se tome el toro por los cachos, relevando nuestra institución de una responsabilidad que la lacera, desdibuja y confunde. No vamos a elucubrar sobre asuntos propios de la investigación, pero son muchas las preguntas que los investigadores deben responderse, dejando claridad meridiana sobre el operativo y las responsabilidades de la institución y sus hombres.
*Exdirector de la Policía Nacional.