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Julia Roberts y George Clooney: Viaje al paraíso
Por:
Gonzalo
Restrepo Sánchez
Si el anhelo más profundo del ser humano es la felicidad, y si bien no tiene claro en dónde la hallará; busca una plenitud que lo colme. Todo individuo es feliz cuando cumple su vocación personal; cuando va coexistiendo en él lo que realmente es, cuando va ampliando las capacidades que lleva dentro de sí; cuando se siente viviendo y palpita con todo su ser en todo encuentro con la vida: la verdad, la belleza, y en particular con el amor.
Tras estas consideraciones previas, puedo explicar que la cinta “Viaje al paraíso” [dirigida por el londinense Oli Parker, recordemos escribió las dos entregas de “El exótico Hotel Marigold” y dirigió la secuela de “Mamma Mia”] articula a la perfección los esquemas de la comedia romántica y que en ningún momento se plantea sorprender al asistente a la sala de cine con algún giro insospechado; lo que escribo en las primeras letras de mi artículo. Si bien, se trata de una “feel good movie” bastante floja, en la que lo único que cabe es dejarse llevar por la los viajes, del amor, y por aquello de que en “el mar la vida es más sabrosa”.
De todas formas algo tiene de esas “comedias de reencuentro” como en su momento se las etiquetó. Entre muchas cintas y cineastas maestros inclusive de la comedia, viene a mi memoria un George Cukor con “The Philadelphia Story”; donde tanto los diálogos como las actuaciones insinuaban al público cosas que no podían decirse de forma explícita. Para el caso particular de esta cinta, se halla entre las clasificadas como parte del género de “comedias de reencuentro”; donde una pareja de casados se separan, tienen otros pretendientes y fortuitamente se reúnen al reconciliar sus diferencias.
Volviendo al análisis de la película que hoy nos ocupa, en el cometido de los micro-saltos narrativos, en el planteamiento y ejecución de cada situación observada en “Viaje al paraiso”, en el juego con los distintos puntos de vista, en el depurado trabajo actoral, el filme luce poco turbador, a pesar de la ilusión de estar mostrando la vida tal y como es.
Y es que la historia nos habla de los encuentros y desencuentros (a veces) del amor y las parejas, cuando todo parece que no hay opciones de nada. Pero al margen de estos miramientos, la verdad es que ya no hay comedias [y como las de antes]. Julia Roberts y George Clooney [a quienes vimos juntos en “La gran estafa”, “La nueva gran estafa”, “Money monster” y muy pronto en “Confesiones de una mente peligrosa”] cumplen profesionalmente sus trabajos, y pare de contar. Roberts no es aquella de “Pretty woman” encantadora y seductora, y Clooney como el galán de galanes.
La lección que nos puede dejar esta cinta algo intrascendente y dependiendo de quién la observa y sus experiencias en esto de amores y desavenencias, es la idea de: “mejor amigos para siempre” que una a los protagonistas de nuestra propia función, sometiéndonos a “pruebas de fuego” [de que queman, queman]. Ahí donde para los mortales, los afanes y los deseos, pero también las inseguridades; se reproducen y engrandecen. En este sentido, la cámara recoge y nos plantea como “puntos de gravedad innegociables”; que jamás debemos perder puntos de vista, hasta el punto en que hay que declinarse ante las verdades que nos impone la vida.