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En pocas horas habrá elecciones. Serán definitivas para aclarar el panorama político de la nación. La contienda por el Congreso está enmarcada en al menos dos ligas: el voto de opinión contra las maquinarias, y el voto para castigar la mermelada y la corrupción para determinar quién representa la verdadera alternativa a este desastroso gobierno.
Mi partido quiere ganar con el voto de opinión y encarnar para los colombianos la alternativa al gobierno Santos. El partido ha logrado uno de los anhelos más preciados para este país; un partido de opinión que gane elecciones. Este partido tiene, entonces, la capacidad de enfrentar las maquinarias de la politiquería. Se inicia con el mensaje de que los colombianos no quieren más politiquería.
Los políticos de la plata y los puestos son los únicos responsables de la corrupción, aliados con los voraces contratistas estatales y del clientelismo que desangra el presupuesto público y destruye la meritocracia. La solución de muchísimos de los males pasa por la elección de políticos que representen la voz de los colombianos y nos los intereses individuales de los electores. La política en Colombia se ha privatizado, atiende pedidos individuales y no trabaja por los intereses colectivos.
A un político no se le debe pedir un puesto, sino políticas que generen empleo. No se le puede pedir plata, sino políticas que generen riqueza e inclusión. A un político, a un buen político hay que pedirle que defienda los bienes públicos.
También el 11 de marzo hay dos consultas, donde se va a medir el anunciado empate entre la izquierda y la derecha. Confío en que la consulta de la gran Alianza por Colombia sea significativamente más votada y se despeje la hipótesis del empate. Colombia debe alejarse del abismo del populismo, y el 11 de marzo daremos el primer paso.
Espero que Iván Duque resulte victorioso. Es el único candidato joven, sin deudas con las estructuras politiqueras y con un programa de gobierno que promete retomar un rumbo de progreso para el país. Iván representa la posibilidad de un relevo generacional. Iván sería la ocasión para que una nueva generación de colombianos puede abrirse espacio y empiece a gobernar. Muchos le temen precisamente a eso, pues si Iván es elegido, difícilmente el poder volverá a esa generación que nos ha gobernado desde los años 90’s.
Iván es la posibilidad de un gobierno joven, enérgico, lleno de ideas y de buenos propósitos. Iván tiene más manos limpias, está bien formado, tiene carácter, es estudioso y disciplinado. Inspirado en el legado de un presidente que le sirvió bien a Colombia. Uribe dejó una Colombia bien enrumbada, un país optimista y que se sentía avanzando. Con sus errores y defectos, Uribe sigue siendo un político que goza del cariño y la credibilidad en muchos sectores de la opinión. Es y seguirá siendo para muchos de nosotros el referente de que si se puede gobernar bien.
Ojalá este domingo los colombianos tomen decisiones inspiradas por el bienestar de la nación. Que los discursos de odio y enfrentamiento de clases sean derrotados por uno de crecimiento económico y programas para avanzar realmente en la equidad. Ojalá podamos ganarle a las maquinarias del dinero y los puestos, recobrar un Estado austero y el manejo trasparente del presupuesto.