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Suicidio médico asistido, ¿un fallo donde la Corte legisla?

Hasta antes de que la Corte Constitucional adoptara, en la noche de este miércoles, el fallo que despenalizó la asistencia médica al suicidio, cualquier profesional de la salud que ayudara a una persona a morir (sin importar si lo hacía por aliviar su dolor), podía incurrir en una pena entre los 16 y 36 meses de prisión. 

La Corte, en una decisión adoptada por 6 votos contra 3, estableció que esta práctica hace parte del derecho a morir dignamente, de acuerdo con el cual no se puede impedir que una persona que padezca una enfermedad o lesión intensamente dolorosa y sea plenamente consciente de su decisión, dé por terminada su vida.

“El legislador desconoció el principio y deber de solidaridad social consagrado en los artículos 1 y 95 constitucionales, al impedir que un médico preste una ayuda que le es pedida por una persona que en ejercicio de su autonomía personal escoge materializar su derecho a morir dignamente a través de un suicidio asistido”, señaló la Corte.

De acuerdo con Lucas Correa Montoya, director de investigaciones de DescLAB y coautor de la demanda, “esta decisión judicial es un paso decisivo para que nuestro país se consolide como uno de los más avanzados del mundo cuando hablamos del derecho a morir dignamente. Actualmente, ambos mecanismos (la eutanasia y la asistencia médica al suicidio) son legales en países como Luxemburgo, Países Bajos, Canadá y España”.

¿CÓMO VA A OPERAR? 

Pero, ¿cómo operará? ¿En qué casos es posible que una persona tome la decisión consciente de suicidarse y reciba la ayuda de un médico para hacerlo?

La Corte aclaró que las condiciones para que esta figura sea válida son similares a las que ese mismo tribunal ya fijó para la eutanasia: que la persona haya manifestado su consentimiento libre, informado e inequívoco; que la persona tenga una lesión corporal o una enfermedad grave e incurable debidamente diagnosticada, que la someta a dolores físicos y psíquicos incompatibles con su idea de dignidad, y por último, que la asistencia para causar la muerte sea prestada por un profesional de la medicina.

“La diferencia entre la eutanasia y el suicidio asistido es, básicamente, quién administra el fármaco. En el caso de la eutanasia es el personal sanitario quien administra el medicamento que provoca la muerte y en el caso del suicidio asistido es el o la paciente quien se autoadministra el medicamento que otra persona le ha proporcionado», precisó Javier Eslava, anestesiólogo de la universidad nacional.

Aunque la decisión de la Corte ha sido criticada por sectores más conservadores, los impulsores del derecho a morir dignamente en el país señalan que Colombia está a la vanguardia en Latinoamérica en el respeto de esta libertad individual.

“No les bastó con abrirle la puerta a la eutanasia, sino que ahora, usurpando competencias del Congreso, le dan vía libre al suicidio asistido. Qué horror tener una Corte Constitucional que avale y promueva la cultura de la muerte. Esto no es derecho a morir dignamente es asesinato”, afirmó la senadora del Centro Democrático, Rosario Guerra.

“Suicidio asistido. Un paso adelante en la consolidación de los derechos. Coherente con eutanasia pero con más fuerza. ¿Cómo alguien cree que estamos obligados a sufrir cuando la situación es irreversible? ¿Con qué argumento una religión o un estado puede fulminar esa condena?”, señaló por su parte el senador electo de la Coalición de la Esperanza, Humberto de la Calle.

En ningún otro país de América Latina está permitida legalmente algún tipo de muerte médicamente asistida. En Perú, se permitió la eutanasia en un caso, el de Ana Estrada Ugarte, mientras que en Uruguay y Argentina están en discusión varios proyectos de ley sobre la materia.

“Con esta decisión, las personas en Colombia podrán acceder a una muerte libre, segura y acompañada. El reto será crear una regulación que elimine las barreras de acceso para este nuevo mecanismo y que quien lo decida así pueda ejercer su derecho a una muerte médicamente asistida, ya sea a través de la eutanasia o el suicidio médicamente asistido”, agregó Camila Jaramillo Salazar, investigadora de DescLAB y autora de la demanda.

Si el papel de los médicos es salvar vidas, ¿cómo pueden ayudar a quitarlas? Responde el anestesiólogo Eslava: “En realidad no es salvar vidas a toda costa. A veces en ese proceso de mantener pacientes vivos, se prolonga la agonía, muchas veces dolorosa, del mismo paciente y de la familia. El papel del médico es procurar una vida digna y por lo mismo, una muerte digna, y eso incluye en ambos casos, no dolor, no sufrimiento, no agonía”.

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