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Bienvenido el nuevo año 2022 con todas las expectativas que siempre genera el inicio de ciclo en el calendario; el ‘año de los sueños’ como lo denominan algunos astrólogos. Y para nosotros será un año de expectativas positivas, sin olvidar los problemas que igualmente vendrán.
Tendremos la renovación de quienes nos representan en el Congreso, en el mes de marzo, con el cambio que siempre se da en un porcentaje de los mismos –el interrogante es si será más profunda en esta ocasión esa renovación que lo de costumbre y por supuesto las expectativas son variables en los distintos seguidores de unas u otras opciones políticas-; los analistas nos basamos en lo posible en información verificable por la experiencia y las tendencias de comportamiento de los potenciales votantes. Sabremos que composición de fuerzas políticas tendrá el nuevo Congreso y que tan difícil será la relación con un nuevo Gobierno. Igualmente escogeremos este año nuevo Presidente(a) y Vicepresidente(a) y en esa dirección tendremos en marzo el primer filtro con las consultas, para luego llegar en mayo a la primera vuelta y muy seguramente en junio a la segura y definitiva segunda vuelta electoral. Todavía es incierto hacia donde se inclinan las posibilidades de los múltiples aspirantes, pero lo cierto es que siempre la renovación presidencial conlleva cambio en la coalición que recibirá el mandato de gobernar, en las políticas públicas, sus énfasis y en el estilo del Gobierno. Pero en cualquier circunstancia implica un cambio; sólo que la profundidad del mismo, la velocidad y la conducción es lo que definiremos en las urnas en los diferentes ejercicios electorales del primer semestre.
Tengo la expectativa que en cualquier caso tendremos un Gobierno con mejor compromiso en la implementación de los Acuerdos de Paz, sin que esto signifique que ese tema no seguirá siendo un campo de controversia, no sólo entre sectores de opinión, sino igualmente entre los campos responsables de la suscripción de los mismos, pero si ese debate se desarrolla con respeto democrático por las diferentes posiciones eso contribuirá a avanzar en tener una mejor calidad de nuestra democracia, que finalmente es lo que pretendían los Acuerdos.
En relación con el manejo de la pandemia de la Covid-19, nuestra sociedad sigue ensayando las medidas de bioseguridad y buscando acudir a las ‘cuarentenas’ más o menos estrictas y prolongadas, pero sin lograr aceptar que seguramente vamos a convivir con una ‘nueva normalidad’ probablemente por un tiempo prolongado o definitivo y sin entender que se deben evaluar positivamente en muchos campos –el trabajo en general, especialmente administrativo, en la salud, en la educación, especialmente superior y pos-gradual- y que se deben incorporar muchos de los aprendizajes a la ‘nueva normalidad’, pero para ello va a ser necesario una cierta ruptura con las formas de pensar tradicionales y organizar las actividades cotidianas. Gran desafío que tenemos por delante todas las sociedades,
En el campo de la economía todo indica que habrá efectos negativos del comportamiento de la economía mundial, que parece va a ser afectada por la incertidumbre de nuevas variantes de la Covid-19 –por ahora de la Omicron- y de las situaciones de sobre endeudamiento de la mayoría de las economías del mundo y de problemas como la dificultad para normalizar el transporte y distribución de mercancías; en síntesis de la dificultad que ha mostrado la sociedad, en diferentes campos, para adecuarse a la nueva situación pos-pandemia y pretendiendo –pareciera que infructuosamente, por el momento- regresar a la denominada ‘normalidad anterior’.
Un feliz nuevo año para todos los lectores y esperando que seamos capaces de adecuar nuestras vidas y nuestro quehacer a las nuevas condiciones.
*Profesor universitario