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Daniel Ortega llega hoy a las urnas después de haber ´eliminado´ a todos sus opositores a quienes encarceló para que no peligrara su aspiración de seguir gobernando a este pobre país centroamericano.
Este 7 de noviembre Nicaragua está llamada a las urnas en unas elecciones generales tildadas de «farsa electoral» por la oposición y gran parte de la comunidad internacional en las que el que fuera dirigente de la revolución sandinista Daniel Ortega se hará, previsiblemente, con un cuarto mandato consecutivo, acumulando el poder durante cinco años más.
La situación de los Derechos Humanos en el país centroamericano «ha venido deteriorándose desde hace años», ha lamentado la directora adjunta de la división de las Américas de HRW, Tamara Taraciuk, quien en una entrevista con Europa Press ha detallado que «progresivamente, el régimen de Ortega y (Rosario) Murillo ha acaparado poder, cooptando gradualmente el poder judicial, el Consejo Supremo Electoral, y la Asamblea Nacional».
Pero no solo la situación de los Derechos Humanos preocupa a la comunidad internacional, en la arena electoral «el régimen ha implementado estrategias represivas orientadas a desarticular a la oposición, disuadir mediante el miedo cualquier protesta en contra del Gobierno y allanar el camino para la reelección», ha alertado Taraciuk.
En este contexto, se ha registrado una «oleada de detenciones arbitrarias», que en algunos casos han supuesto la prisión de críticos con Ortega, entre ellos siete precandidatos presidenciales, así como periodistas, abogados defensores, líderes estudiantiles y campesinos.
La «cacería» de críticos tiene como aval la aprobación de una serie de leyes y reformas «abusivas que violan derechos fundamentales a la libertad de expresión, de asociación y de prensa, y que restringen la participación política de los candidatos de oposición», unas leyes aprobadas por la Asamblea Nacional, controlada por partidarios del régimen.
Por todo esto, «en Nicaragua no existen hoy condiciones para elecciones libres, justas y competitiva», ha concluido Taraciuk, ya que además de que «las principales figuras políticas opositoras se encuentran en prisión con cargos fabricados por el régimen», el Consejo Supremo Electoral –«enteramente compuesto por miembros afines al Gobierno–«, ha suprimido la personalidad jurídica de los principales partidos opositores, impidiéndoles su participación en las elecciones.
«Sin oposición solo puede esperarse que el 7 de noviembre Ortega resulte ganador», aunque «no será el resultado de una contienda justa en donde distintas fuerzas se disputan el poder, sino de una pantomima donde ni siquiera pretenden mantener una fachada democrática», ha remachado.
En este sentido, Ortega, en el poder desde 2007, y su vicepresidenta, esposa y mano derecha, Rosario Murillo, buscarán superar el 72 por ciento de los votos que lograron recabar en las últimas elecciones, celebradas en 2016 y también envueltas entre polémicas y acusaciones. Su victoria en las elecciones es presumible: se necesita un mínimo de un 35 por ciento para ganar, en unos comicios que celebran una única vuelta.
Al FSLN se enfrentarán un total de seis partidos, todos acusados por parte de la oposición de «colaboracionistas», de servir como plataforma para «legitimar» unas elecciones que no tienen las garantías básicas para serlo./Europa Press