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El Senado de la República aprobó la semana pasada una proposición mediante la cual se propone la creación de una comisión bilateral para trabajar en la normalización de las relaciones diplomáticas entre Colombia y Venezuela, que incluye las relaciones comerciales y la verificación de las buenas prácticas comerciales entre ambas naciones.
Como ya se ha dicho, una cosa son las relaciones diplomáticas, que implica un entendimiento entre los gobiernos -que no existe-, y otra es permitir el flujo de las relaciones comerciales en la zona de frontera, para cuyo efecto se ha venido trabajando entre autoridades de los territorios limítrofes para ir avanzando gradualmente en ese propósito, que es una necesidad sentida entre las comunidades que habitan a un lado y otro de la línea fronteriza.
A este respecto el protector del Estado Táchira, Freddy Bernal, que tiene más poder que el propio gobernador, autorizó la apertura peatonal de la frontera colombo-venezolana sin restricción alguna a partir del martes 26 de de octubre a través del puente internacional Simón Bolívar. “Dijimos que abriríamos peatonalmente cuando llegáramos al 70% de la población vacunada”, sostuvo. Pero el director de Migración Colombia ha dicho que la frontera está reabierta desde el pasado 2 de junio y que los venezolanos pueden entrar y salir libremente de un país hacia el otro con el denominado pico y documento. También agregó que se vienen elaborando los protocolos para restablecer el comercio binacional terrestre.
Lo cierto es que se ha venido trabajando entre autoridades de la región fronteriza para ir avanzando gradualmente en ese propósito, que es una necesidad sentida de las comunidades que habitan la frontera. Pero puede ser más provechoso que esa iniciativa provenga del sector privado, de las cámaras de comercio y de los gremios de la producción que han tenido encuentros y reuniones para avanzar en esa dirección. Ello puede propiciar el escenario que nos conduzca a la apertura próxima de relaciones consulares para beneficio de la población fronteriza.
Nos parece que ese es el camino que debe desandarse y la ruta que debe seguirse. Plantear de entrada la apertura de relaciones diplomáticas no resulta viable en las condiciones presentes, si tenemos en cuenta que esa responsabilidad, por disposición de la Constitución, está en cabeza del Ejecutivo, vale decir, del presidente de la República y la ministra de relaciones exteriores que no han considerado esa posibilidad. El presidente Duque dijo que no iba a reconocer una dictadura narcotraficante como la de Nicolás Maduro.
Por tanto, proponer el tema a través de los órganos legislativos de ambos países, que por su esencia son de naturaleza política, no trae sino inconvenientes y lo que produce es que se exacerben los ánimos entre dirigentes de los dos países. De esta manera, esa iniciativa y sus esfuerzos por cristalizarla debe venir más del sector empresarial y de las comunidades que viven del intercambio de bienes y servicios en la zona fronteriza.
*Exdefensor del Pueblo.