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La incertidumbre planea sobre Brasil en su inesperada labor de acoger la Copa América 2021. A dos semanas del pitazo inicial, la falta de confirmación oficial, los temores de una tercera ola de la pandemia, una posible batalla jurídica y la oposición de varios estados amenazan la realización del evento.
El gigante latinoamericano, el segundo país con más fallecidos por covid (casi 463.000), camina a contrarreloj para organizar la competición de selecciones más antigua del mundo tras la baja de las sedes originales: Argentina, por el empeoramiento de la pandemia, y Colombia, por el estallido social que deja decenas de muertos.
Aunque la Conmebol anunció sorpresivamente el lunes que Brasil repetiría como anfitrión, tras recibir el torneo en 2019, en el que quedó campeón, el gobierno de Jair Bolsonaro advirtió después que la realización del evento se definirá este martes con la Confederación Brasileña de Fútbol, encargada de la logística.
«Todavía no hay nada cerrado, quiero dejar esto de forma bien clara. Estamos en medio del proceso. Pero no vamos a rehuir la demanda, en caso de que sea posible de atender», declaró Luiz Eduardo Ramos, ministro de la Casa Civil (gabinete).
Bolsonaro aseguró que si dependiera de él, «habrá Copa América en Brasil».
De superar este primer impase, la Copa América, prevista entre el 13 de junio y 10 de julio, empezará un camino que se prevé espinoso.
LA TERCERA OLA
Las sedes para la Copa, en un país de tamaño continental, aún no han sido definidas y deberán ajustarse al calendario del Brasileirao, que como es tradición se disputará a la par del campeonato internacional.
El Mundial-2014 le dejó a Brasil un ramillete de estadios de primer nivel, propiedad de los clubes, gobernaciones o alcaldías.
Pero la realización de partidos depende de los estados. Hasta ahora al menos cinco de los 27 manifestaron su oposición a albergar cotejos alegando razones sanitarias, mientras que otros cinco, entre ellos Sao Paulo y Brasilia, no tienen objeciones desde que se respeten los protocolos.
Ramos aseguró que, en caso de confirmación, los juegos se disputarán sin público y las delegaciones de las 10 selecciones participantes, de hasta 65 personas cada una, deberán estar vacunadas.
«No hay cómo calificar la insanidad de intentar un evento de esa magnitud aquí», dijo a AFP José David Urbáez, miembro de la Sociedad Brasileña de Infectología.
Desde algunas semanas, la media móvil de muertes en Brasil se estabilizó por debajo de las 2.000 diarias, un cifra muy inferior al pico de 4.000 fallecidos registrados en abril.
Pero los expertos temen una tercera ola, en medio del relajamiento de las restricciones, la oposición de Bolsonaro a las cuarentenas por su impacto económico, la llegada de nuevas variantes y una lenta campaña de vacunación (menos del 11% de los 212 millones de habitantes inmunizados con las dos dosis).