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La filial estadounidense del gigante brasileño de procesamiento de carne JBS anunció el lunes que fue blanco de piratas informáticos, lo que la obligó a paralizar algunas operaciones en Estados Unidos, Canadá y Australia, en el último caso de un hackeo contra grandes empresas.
«JBS USA determinó haber sido el objetivo de un ataque de ciberseguridad organizado, que afectó a algunos de los servidores que soportan sus sistemas IT de América del Norte y Australia», informó la firma en un comunicado, sin precisar la naturaleza de esta intrusión detectada el domingo.
El ataque ocurre menos de un mes después del que golpeó de manera importante al operador de oleoductos estadounidense Colonial Pipeline y amplía el rango de multinacionales víctimas de intrusiones informáticas masivas.
JBS USA, una de las principales productoras de carne vacuna y porcina de Estados Unidos, precisó que suspendió todos los sistemas afectados y llamó a su personal informático y a expertos externos para abordar el asunto.
La filial estadounidense dijo no tener «constancia en este momento de que los datos de clientes, proveedores o empleados se hayan visto comprometidos o se hayan utilizado de forma indebida como resultado de esta situación», aunque advirtió que las transacciones con clientes y proveedores podrían sufrir retrasos.
Asimismo, aseguró que sus servidores de copia de seguridad no se vieron afectados.
En Estados Unidos, algunas líneas de producción fueron detenidas en al menos dos usinas del grupo en Iowa, y un frigorífico fue cerrado en Wisconsin, según mensajes en sus páginas oficiales de Facebook. Una usina en Utah también se detuvo, según un empleado que respondió a un llamado de la AFP en el lugar y que prefirió no dar su nombre.
En Canadá, un frigorífico que emplea a unas 3.300 personas anuló tres turnos el lunes y el martes, según la página de la usina en Facebook. Pero la producción debería retomar «como estaba previsto» el martes por parte uno de los dos equipos que laboran allí, señaló.
JBS, multinacional brasileña especializada en productos a base de carne, pollo y cerdo, es una de las mayores empresas agroalimentarias del mundo. Además de Brasil y otros países latinoamericanos, tiene operaciones en Estados Unidos, Australia, Canadá, Europa, México, Nueva Zelanda y Gran Bretaña.
10.000 trabajadores
En Australia, las actividades de JBS quedaron paralizadas por el ataque y hasta 10.000 trabajadores fueron enviados a casa sin paga, dijo a la AFP el secretario de la rama sindical de Queensland, Matt Journeaux.
«Retiraron a los trabajadores de todas las operaciones de JBS», indicó, agregando que la firma aun no había informado cuándo se reanudarán las actividades.
El ministro australiano de Agricultura, David Littleproud, señaló en un comunicado que está «al tanto de los informes» del ataque, pero se negó a comentar «hasta disponer de más detalles».
JBS Foods es una de las empresas de procesamiento de carne y alimentos más grandes de Australia y desempeña un papel clave en el sector agrícola del país, con compras que alcanzan los 2.400 millones de dólares anuales.
Los ciberataques contra grupos económicos de envergadura se multiplican.
A principios de mayo, piratas informáticos atacaron Colonial Pipeline, que transporta casi la mitad de la gasolina y otros combustibles que se consumen en la costa este de Estados Unidos.
Obligada a cerrar sus operaciones, lo que provocó escasez y compras por pánico entre los automovilistas, la empresa reconoció que pagó a los atacantes un rescate de 4,4 millones de dólares para que sus sistemas en línea fueran liberados.
Las autoridades estadounidenses acusaron del ataque a DarkSide, un grupo de cibercriminales presuntamente con base en Rusia, lo que Moscú niega.
La vulnerabilidad mostrada llevó al gobierno estadounidense a imponer la semana pasada por primera vez requisitos de ciberseguridad en los oleoductos del país.
El ataque contra el software de empresas texano SolarWinds ya había sacudido al gobierno estadounidense y la seguridad de grandes empresas en diciembre.
Más recientemente, el ataque cibernético a la mensajería de Microsoft, atribuido esta vez a hackers chinos apoyados por Pekín, afectó a al menos 30.000 grupos estadounidenses, incluyendo empresas, ciudades y agrupaciones locales.