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Hace más de un año el COVID-19 llegó a la vida de los cartageneros, y a pesar de que en algunas ocasiones el fin de la enfermedad ha parecido cercano, lo cierto es que cada tanto los casos vuelven a subir y las medidas se vuelven a endurecer, aunque cada vez con menos restricciones que las decretadas en un principio.
Podría decirse que la primera ola de casos se dio durante los meses de mayo y junio, cuando la capacidad en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) de Cartagena llegó incluso a estar por encima del 90%. Sin embargo, las acciones realizadas en materia de expansión hospitalaria, las medidas que se tomaron y el curso mismo de la enfermedad, hizo que durante los meses siguientes los fallecimientos y los casos diarios disminuyeran, haciendo creer en un primer momento que Cartagena estaba cerca de superar el COVID-19.
Sin embargo, las situaciones registradas en otras partes del mundo y también en otras capitales del país sobre nuevos rebrotes pusieron sobre la mesa la posibilidad de que la ciudad tuviera que enfrentar una segunda ola de contagios. Y así fue. Noviembre, diciembre y enero fueron los meses en los que los casos volvieron a escalar, y aun cuando estos disminuyeron, tampoco se descartó la llegada de una tercera ola, la cual en estos momentos atraviesa la ciudad y todo el país, aunque en proporciones diferentes en cada territorio.
“Este tercer brote pandémico muestra un comportamiento diferente. Esto se puede constatar por una fuerte ocupación de camas UCI en ciudades como Medellín, Cali, Barranquilla y Santa Marta; la afectación de grupos de menor edad que son internados en salas de reanimación y de cuidados intensivos; y los cambios sintomáticos manifiestos en este tercer rebrote”, explica el médico epidemiólogo Óscar Lindo Sierra, director operativo de salud pública del Departamento Administrativo Distrital de Salud (Dadis).
El médico afirma que en esta nueva etapa la fiebre deja de ser un síntoma frecuente para detectar el COVID-19 y ahora la tos y la adinamia pasan a ser protagonistas.
“Todo esto nos hace pensar en mutaciones que modelan una nueva cepa del virus, que posiblemente circula en nuestra ciudad provocando infección. En este escenario, los pacientes jóvenes, por ser una población previamente sana y sin comorbilidades, tendrían una estancia hospitalaria prolongada y la ocupación de camas estaría muy comprometida llevándonos a un estado crítico de este indicador”, puntualiza.
El panorama en Cartagena
De acuerdo con Lindo, la tercera ola de COVID-19 en Cartagena puede deberse a dos factores: en primera instancia la apertura económica progresiva y la gran afluencia de visitantes por efecto del turismo; y segundo, por la indisciplina social ante el incumplimiento de las medidas de bioseguridad. “Es notorio que hemos bajado la guardia y debemos trabajar para recuperar el cambio conductual”, asegura.
A pesar de ello, cree que las olas de contagio que ha tenido Cartagena han dejado un balance alentador, toda vez que la situación de la ciudad no ha llegado a un nivel tan crítico como el de otras capitales del país.
“El número acelerado de contagios dibujó una curva con tendencia ascendente con un promedio aproximado de 202 casos por día para las últimas dos semanas. En cuanto a la ocupación de camas UCI, esta se ha mantenido durante la pandemia en un estado severo, muy pocas veces hemos experimentado el estado crítico”, destaca.
El funcionario explicó que, entre 50% y 70%, el estado de ocupación se clasifica como severo y por encima de este porcentaje se trata de estado crítico. Aunque según el reporte de ayer, la ocupación de camas UCI en Cartagena cerró la semana en 72%.
“Si analizamos los datos y los comparamos con otros territorios, en Cartagena se han venido tomando las medidas recomendadas por el nivel central y adaptadas lo mejor posible a nuestro contexto socio-cultural y económico, ubicando a la ciudad, por lo que muestran sus indicadores, entre las mejores a nivel nacional en la gestión del riesgo”, dijo.
Lindo aseguró que, en la medida que las cifras cambien, las restricciones también lo harán, ya que estas son las que han mostrado efectividad para contener la propagación del virus a nivel mundial.
*El futuro*
Si bien aún no se sabe cuándo se alcanzará la cresta de la tercera ola, no se descarta que eventualmente se pueda dar un cuarto pico.
“Cuando los indicadores de incidencia, positividad, ocupación de camas y tasa de reproducción mantienen una tendencia descendente por al menos dos semanas, entonces podemos con mucha certeza decir que hemos superado el pico máximo y que estamos descendiendo en la curva. Pero no podemos afirmar que el peligro ya pasó, los casos se seguirán presentando, pero con una menor frecuencia”, dice Lindo.
Esta cuarta ola de COVID-19 podría darse en el segundo semestre de 2021, aunque en una medida inferior a los rebrotes anteriores por los efectos de la vacunación y también con una menor letalidad.
Por el momento la recomendación sigue siendo tomar las restricciones acorde a la realidad pandémica de la ciudad y acompañarlas del autocuidado, evitando el contacto y las aglomeraciones.
/Colprensa