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Santa Marta: un pueblo ‘fantasma’
A la Bahía también le favoreció el confinamiento estricto de los samarios y turistas porque la mar estuvo cristalina, sin olas y con la presencia de pelícanos, gaviotas y garzas.
POR
EDGAR TATIS
GUERRA
Muchas palomas revolotean los techos de las edificaciones del centro histórico, mientras algunas se pasean por la plaza de La Catedral atraídas por el intenso amarillo de las florecillas en el suelo.
Cientos de florecillas amarillas que caen de los árboles y asemejan un tapete son picoteadas creyendo que son granos de maíz. Es un espectáculo especial por esta época de primavera, en un nuevo escenario: la soledad reinante por el confinamiento de los samarios.
La transitada y congestionada Avenida Campo Serrano o popular carrera quinta permanece tranquila, menos ruidosa y sin contaminación porque el Decreto 077 expedido por la Alcaldía Distrital dispuso que la ciudadanía se quedara en sus casas todo el fin de semana.
Casi nadie podría imaginarse que una partícula tan diminuta llamada virus pusiera en jaque a toda una sociedad hasta el punto de obligarla a encerrarse y no salir a las calles para evitar su contagio mortal. Sin duda alguna la pandemia llegó para transformar la normalidad social y los hábitos en el comportamiento de la humanidad.
Con la soledad registrada en las calles céntricas, avenidas, zonas comerciales, sectores de San Andresito y mercado público, Santa Marta parecía un pueblo ‘fantasma’, muy similar a esos escenarios de las películas del oeste. Cuando no hay personas recorriendo las calles peatonales y el flujo vehicular es escaso, es cuando se hace posible poder percatarse de la hermosura que son las fachadas de esas casonas viejas como la que queda diagonal al emblemático Teatro Santa Marta, en la calle 16, e incluso el añejo edificio que se cae a pedazos donde funcionó el Concejo Distrital hace una década en la esquina de la carrera cuarta.
Enormes edificaciones que cuentan con una arquitectura patrimonial genuina y maravillosa que engalanan el espacio urbano pero que durante la cotidianidad no se logran admirar debido a la presencia de vendedores estacionarios que les rodean.
MAR CRISTALINO SIN OLAS
Pareciera que las aguas de la Bahía también le hubiesen convenido el confinamiento estricto de los samarios y turistas porque la mar estuvo cristalina, sin olas y con la presencia de pelícanos, gaviotas y garzas.
Ahora comprendo mejor las palabras del investigador Camilo Mateo Botero Saltaren, quien es un estudioso de los ecosistemas marinos cuando señalaba que la presencia del ser humano en la mar propicia estrés a las especies que viven en el océano. Sin gente disminuyen los estresores en el ecosistema y por ende natura se revitaliza.
Pero ‘quedarse en casa’ también resulta tortuoso para esas personas que viven del día a día, y que se ganan el dinero vendiendo productos básicos. No es nada fácil la sobrevivencia de los vendedores informales que venden agua, refrescos, frutas, calzado, ropa, accesorios para celulares y una variedad de elementos sin compradores en las calles.
Y qué decir del comercio formal conformado por los almacenes de cadena que ofertan electrodomésticos, las refresquerías, heladerías, papelerías, misceláneas, sector gastronómico, hotelero, entre otros.
INFORME DE LA CEPAL
Y es aquí en donde vale mencionar el informe publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe sobre salud y economía: “una convergencia necesaria para enfrentar el Covid-19 y retomar la senda hacia el desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe”, el cual nos plantean lo siguiente: el informe hecho en conjunto CEPAL- OPS observa cómo estos países se han convertido en epicentro de la pandemia de Covid-19. La región es en particular vulnerable por sus altos niveles de informalidad laboral, urbanización, pobreza y desigualdad, así como por sus sistemas frágiles de salud y protección social, y una parte importante de la población vive en condiciones de vulnerabilidad que requiere una atención especial”.
Lo anterior fue ratificado ante el Concejo Distrital de Barranquilla por el médico especialista en Salud Pública Ulahy Beltrán López quien afirma que no puede haber un confinamiento de una sociedad sino se le garantiza a las personas la ayuda económica que le vaya a permitir estar en tranquilidad y obedeciendo en casa.
La conclusión principal de este informe es que, “si no se controla la curva de contagios de la pandemia, no será posible reactivar la economía de los países. Asimismo, se indica que tanto el control de la pandemia como la reactivación de la economía requieren liderazgo y una rectoría efectiva y dinámica de los países, mediante políticas nacionales que integren políticas de salud, políticas económicas y políticas sociales. También se aboga por un aumento del gasto fiscal para controlar la pandemia y favorecer la reconstrucción y la reactivación y porque este sea más eficaz, eficiente y equitativo, de modo que el gasto público destinado a la salud alcance al menos el 6% del Producto Bruto Interno (PIB)”.