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“El paramilitarismo en Medellín está completamente legalizado” Pablo Montoya

La memoria es frágil, más en los tiempos acelerados que se viven hoy en día y en un país como Colombia, donde los hechos trágicos, espantosos y violentos son el pan de cada día y retan nuestra capacidad de asombro.

De ahí, la importancia de la labor de escritores como Pablo Montoya, quien tras un minucioso trabajo de indagación, su propia experiencia de volverá una Medellín de comienzos del nuevo milenio y las herramientas que le brindan la literatura, presenta una visión de ese momento de la ciudad y del país, en torno a lo que originó, fue y dejó la llamada Operación Orión.

Se trató de un operativo realizado en octubre de 2002 en la Comuna 13 de Medellín. En su momento, se dijo que se buscaba acabar con las milicias urbanas de las guerrillas, y sólo con el tiempo se conocería de la participación de grupos paramilitares en dicho operativo, que generó gran cantidad de civiles heridos, muertos a manos de la fuerza pública, otros asesinados por los paramilitares, detenciones arbitrarias y el centenar de desaparecidos que muchos aseguran se encuentran en el botadero La Escombrera, que muchos conocen como la fosa clandestina urbana más grande de América Latina.

A través de un personaje que ya ha aparecido en otras de sus obras, el profesor de literatura Pedro Cadavid, Montoya presenta cómo el dolor y horror de las víctimas parece ser un precio que el resto de la sociedad está dispuesta a pagar con tal de creer en el fin de la criminalidad, el cual jamás ha sido real, ni para los habitantes de la Comuna, ni para el resto de la ciudad.

Una novela incómoda para una ciudad como Medellín y para un país que sólo quiere ignorar sus lugares más oscuros, en vez de acercarse a ellos para buscar sanar las heridas que siguen abiertas y jamás han sido curadas.

ENTRE VÍCTIMAS Y VICTIMARIOS

– Aunque la novela fue publicada hace poco, ¿Cómo ha visto la reacción de sus primeros lectores?

Me he dado cuenta que es una novela que los ha atrapado. He visto que es una novela que la han leído de un tirón y destacan el ritmo trepidante que tiene.

– En un tema que está pronto a cumplir 20 años, La Operación Orión…

Sobre ello se han escrito muchos testimonios, se han escrito libros sobre la Comuna 13 donde aborda La Operación Orión, con muchas investigaciones académicas a las cuales accedí y cómo los medios de comunicación siguieron esa operación, pero no se había presentado una obra literaria que aborda ese tema, desde la ficción literaria, y eso fue lo que yo intenté hacer, sacar del ámbito periodístico o académico, y llenar ese vacío literario, sobre la operación y sus consecuencias como La Escombrera, la cual es una fosa común donde hay, supuestamente, centenares o miles de desaparecidos.

– Una historia que va más allá de la Operación misma…

La Operación Orión es con la que empiezo la novela, que me impuso su propio ritmo vertiginoso, y a la vez, el regreso a Medellín del personaje Pedro Cadavid.

No es solamente contar la historia de las comunas populares de Medellín y cómo ellas han sido sistemáticamente agredidas por grupos armados, con la ausencia casi permanente del Estado. Sentí que era necesario que el lector comprendiera su origen, que son comunas conformadas en su mayoría por barrios de invasión.

Me pareció fascinante cuando comencé a leer la manera valiente, la resistencia y la forma de esos desplazados del campo llegan a Medellín y logran establecer estos barrios en las montañas, en lugares donde el Estado rara vez hizo presencia, lo que hizo que se generara la presencia de otros cuerpos paraestatales.

Era importante contar esa historia porque había una relación muy clara entre ella y La Operación Orión que brutalizó la sociedad civil en particular, pues expulsó a las milicias de esa zona a un precio altísimo.

Al mismo tiempo me interesaba como el personaje se adapta a la ciudad a la cual llegaba y contar un poco cómo la ciudad aprueba esa política de Seguridad Democrática para lograr esa paz que la ciudad creyó encontrar.

– Muchos ven este tipo de operativos como una especie de mal necesario…

La Operación Orión que han celebrado tantos, siendo mi libro una voz discordante con esa celebración, expulsó a unos bandidos para meter a otros. Al expulsar las milicias e imponer a los paramilitares, estos irrumpieron agresivamente, para darle paso a la asimilación del paramilitarismo a partir del terror que luego se legaliza, por lo que hicieron la tarea bien. El paramilitarismo en Medellín está completamente legalizado.

¿Cómo se legaliza el paramilitarismo? Lo cual comprobé en mis múltiples lecturas, a través de la creación de corporaciones, luego de oficinas de seguridad privada y poco a poco la seguridad privada invade a toda laciudad, que fue un regalo extra que nos dejó todo esto, al hacernos sentir que la única manera de estar tranquilos es pagando seguridad privada, que mucha de ella viene de ese paramilitarismo.

Nos han dicho muchas mentiras, nos han dicho una realidad muy bonita, limpia y decente, pero eso está lleno de cosas turbias.

‘La Sombra de Orión’, desde el ámbito de lo literario, pretende quitarle el velo a todo eso que nos han dicho los políticos, los empresarios, los medios de comunicación y el Ejército, para ver los hechos desde otra perspectiva y darnos cuenta que el paisaje es otro.

– A través de un personaje como Pedro Cadavid que ya había aparecido en otras de sus obras…

Es un alter ego que yo me inventé y que está presente en libros como ‘Los derrotados’, ‘La escuela de música’ y también aparece en algunos cuentos.

Es una posibilidad que me inventé para poder vincular algunas de mis consideraciones frente al tema particular de la violencia en Medellín y en Colombia.

– Un personaje con similitudes con la vida del autor…

Hay muchas partes de la novela autobiográficas, y como existe todo este fondo histórico, hay muchos personajes que los lectores van a reconocer.

Yo, como el personaje de la novela, también volví a Medellín tras una larga temporada en París, y me encontré con una ciudad convulsa, sumergida en una guerra civil, aunque nunca nos lo dijeran, tan sólo nos decían que había un conflicto interno, pero era una guerra impresionante que todos nosotros la vivíamos de algún modo.

Había escrito de otras cosas pero tenía todo esto en mí y yo me enfermé en medio de esta adaptación a la ciudad, como Pedro se enferma de violencia, porque hace un trabajo de campo y se hunde en el núcleo oscuro de laviolencia de Medellín, mientras que yo me enfermé porque no me adaptaba a la ciudad, por lo que estaba completamente lleno de ansiedad y ganas de volverme a París porque sentía que Medellín me agredía con su gran violencia y en especial el fenómeno de la desaparición forzada.

– Una violencia de la cual nadie sale ileso…

Cuando yo estuve hablando con muchas personas, entre antropólogos, activistas de los derechos humanos y toda la gente que ha abordado de forma valiente la violencia en Medellín, yo me daba cuenta que todos que daban enfermos, quedaban de psicólogos, no podían dormir.

De ahí, que le di a Pedro todas esas anomalías que yo constaté. ‘La Sombra de Orión’ no es sólo un descenso al infierno de la violencia, también es una forma de sanar.

La Escombrera, El Río Magdalena, El Río Cauca son fosas comunes y cloacas por decenas de años, y la única manera de enfrentarlo es exhumar esos cuerpos. Eso es lo que hago con Pedro, quien se convierte en una fosa más.

Nadie. Yo no salí ileso, Pedro no lo logró, y ahora que me preguntaba sobre la reacción de los primeros lectores, han sido todas muy buenas, pero esperemos como reaccionan las élites, si la leen, porque se sentirán muy molestas, al igual que mucha más gente que cree que mi libro puede afear la imagen de Medellín. Sé que asumo riesgos con este libro, porque siempre tuve la certeza que mi libro molestaría.

LAS MUJERES EN LA VIOLENCIA

– También está dentro del libro Alma con el papel de las mujeres de las comunas…

La literatura que se ha escrito sobre Antioquia y sobre Medellín, en general, ha mostrado un tipo de mujer muy violenta, muy agresiva, que existen, así como las mujeres resignadas que Víctor Gaviria retrata en ‘La Mujer del Animal’, que también existen. Al lado de ellas hay otras que yo encontré, que son las mujeres valientes, dignas, inteligentes, las mujeres buenas como el pan o el agua, que son protectoras y muy resistentes.

Me las encontré por todas partes al ir a reconocer los territorios de las comunas populares, por lo que me pareció muy importante rescatarlas, como Doña Elsa, quien hace una biblioteca en medio de la guerra.

Son personajes femeninos que son réplica de personajes reales, como la hermana Rafaela, que es en realidad la hermana Rosa que ayudó a la creación del colectivo Mujeres caminando por la verdad.

– ¿Cómo ve la literatura de la violencia en Colombia?

La literatura que se ha escrito sobre la violencia en Medellín, en una buena parte, se fascina con el malo, con el victimario, para mostrar lo que hace y regodearse con ello. Lo que busco es mostrar otra faceta de la sociedad.

También es un homenaje a la capacidad de resistencia de los habitantes de estos lugares como la Comuna 13, lo hice con esa conciencia, y en cuanto al catálogo de desaparecidos de La Escombrera, traté de mostrar la gran complejidad que ha sido la desaparición forzada que tiene muchos responsables y muchas causas, como el ser novia de un miliciano, porque le vendía arepas a milicianos, por estar en el lugar equivocado o el propio reclutamiento forzado y jamás aparecían los cadáveres, así como temas pasionales y envidias.

Todo eso me hizo pensar en qué tan honorable y educada era una ciudad con horrores así, por lo que, para poder salir adelante, esta ciudad le vendió el alma al diablo.

Vale aclarar que no somos los únicos y los ejemplos están a lo largo de la historia de la Humanidad, como la Segunda Guerra Mundial, porque los seres humanos hemos creado sociedades enfermas y anómalas.

– ¿Cuál es el objetivo que busca con una novela como esta?

Busco con ‘La Sombra de Orión’ que exista una especie de reconciliación con la ciudad. Reconozcamos esas zonas oscuras temibles por las cuales hemos pasado para que podamos pasar la violencia, pero salir a tumbar un edificio como El Mónaco y pensar que ya lo superamos es una verdadera mentira. La violencia y el narcotráfico no se han superado en Colombia.

BOGOTÁ (Colprensa).

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