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Es la figura europea descollante. La dirigente política más importante de esa parte del mundo en el Siglo XXI. No es poca cosa. La semana pasada cumplió quince años como gobernante de la Alemania reunificada. En septiembre de 2021 después de cuatro períodos se retirará. No faltan voces que quisieran su continuidad.
Ya se escucha un coro de importantes exministros que la han tratado y elogian su desempeño en Alemania y la Unión Europea. No sorprende que su relación con Trump hubiera sido muy lejana.
No deja de ser interesante que un liderazgo tan notable haya sido desempeñado por una científica (se graduó como Física) y por una mujer educada en la Alemania Oriental. Allá vivió 35 años.
Su biógrafo, Stefan Kornelius, destaca los altos índices de favorabilidad durante sus primeros ocho años. Ningún otro líder contemporáneo en Europa, ha permanecido tanto tiempo en el poder. Ahora, quizá, Vladimir Putin.
Ángela Merkel es el anti-glamour. Ese es su primer mérito como que la vemos siempre con el mismo atuendo. Y eso va acompañado de su sencillez en todas las dimensiones de su vida. Ajena a la pompa, a la ostentación.
¿Y cómo es en el trato personal? Todos dicen que llega con un pensamiento organizado, claro, coherente, que es muy firme. Aplica el método científico. Desmenuza el tema. Encuentra lo esencial. Y prepara su presentación. Acompaña la contundencia de su argumentación con maneras suaves pero firmes. Como aconsejaban los clásicos: Suaviter in modo, fortiter in re. Fuerte en lo esencial y suave en el modo, en la manera de presentarlo. No en vano es excelente en el conocimiento del idioma ruso y en matemáticas. Sobresaliente estudiante.
Su biógrafo dice que hizo tolerable el dominio alemán. Que tiene una inteligencia aguda, no desprovista de humor y, en ocasiones, de ironía.
Asevera que funciona como un computador. Su capacidad para analizar las situaciones políticas fue tempranamente identificada y así explican su importante ascenso en la vida pública. Tuvo oportunidad de escuchar conversaciones políticas de alto nivel.
Kornelius le atribuye algunas de sus virtudes a la manera como tuvo que superar ciertas dificultades físicas para correr y subir escaleras.
Menciona que tiene el sentido prusiano del deber y la ética protestante del trabajo. Gran habilidad para planear. Muy auténtica. Y no le gustan las multitudes. Al recoger estas observaciones y otras que no incluyo me pregunto si estoy hablando de una dirigente política tan exitosa.
Desarrolló gran interés por China. La ha visitado con frecuencia y busca conocer hasta las cosas más elementales, sin despreciar los detalles.
La subestimaron y eso la ayudó. Curioso: al igual que Joe Biden le encanta la política exterior. Y en ese escenario se ha lucido una y otra vez. Como Álvaro Uribe y Tony Blair, recibió la ‘medalla de la libertad’, la más alta distinción que otorga Estados Unidos. Y como es obvio en una democracia, considera que las más importantes declaraciones se deben ante el Parlamento, Aquí los opinadores conceptuarían que ¡decir eso es un gran error y peor hacerlo!
El secreto de su éxito político: no se embarca en un argumento si no está segura de que puede ganar. Kornelius concluye su libro así: “Ángela Merkel será siempre Ángela Merkel, táctica, cautelosa, lista para tomar riesgos solamente cuando éstos han dejado de ser riesgos”.
*ExMinistro de Estado