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Las dudas que plantea la vacuna que llegará a Colombia
Por:
ANGIE NATALY
RUIZ HURTADO
Los anuncios de eficacia de algunas vacunas contra el covid-19 como las de Pfizer, Moderna o Astrazeneca, y las declaraciones de entidades de salud de Estados Unidos o la Unión Europea, que pretenden empezar a vacunar en diciembre, y tantos otros que esperan hacerlo en enero o, a más tardar, en el primer semestre del año próximo, han generado una sensación de que la vacuna está cerca, pero también una preocupación sobre la posición en la que estaría Colombia en esa carrera por conseguir las dosis necesarias para la inmunización frente al covid-19.
¿Cómo va Colombia en la adquisición de la vacuna y cuándo llegará al territorio? ¿Cuál es el plan cuando el fármaco esté listo y aprobado? ¿Hay que preocuparse por la posición del país en lo que ahora parece una competencia de vida o muerte?
El gobierno ha dado luces al respecto. Por ejemplo, el ministro de Salud, Fernando Ruiz, anunció que las vacunas llegarían al país en el segundo semestre del 2021 por medio de las negociaciones en el mecanismo COVAX, en el que Colombia ya tiene cubiertas 20 millones de dosis para 10 millones de personas. El objetivo es que por medio de las negociaciones directas con las farmacéuticas implicadas se logre la llegada de una vacuna en el primer semestre del año entrante.
Pero para los expertos, la postura de vacunar al menos a los grupos de riesgo en el primer periodo de 2021 es todavía una declaración muy optimista y se debe ser más escépticos, pues en primer lugar, los resultados de eficacia conocidos hasta el momento son limitados.
Para Diego Rosselli, médico y docente del departamento de epidemiología clínica de la Universidad Javeriana, aunque los resultados de Pfizer y Moderna han hablado de una eficacia del 90% o superior, una cifra optimista frente a lo que se esperaba en el mundo académico, todavía hay datos pendientes, como por ejemplo, información sobre todos los subgrupos de población y datos sobre el impacto en poblaciones vulnerables como niños o personas con comorbilidades.
Además, explica, hace falta determinar cuánto dura la protección de la vacuna, pues el seguimiento que se ha hecho por ahora ha sido de tres o cuatro meses, pero no se sabe aún qué pasará en seis meses o en los años siguientes a la aplicación.
Pero sobre todo, según Rosselli, entre la eficacia, es decir, entre lo que muestran los resultados de los ensayos clínicos, y la efectividad de la vacuna, es decir, lo que ocurra una vez la vacuna llegue de manera real, puede haber diferencias importantes.
“La efectividad en el mundo real tiene que ver con qué pasa cuando las cadenas de frío no se cumplen en su totalidad, cuando la logística se complica, o cuando para las que requieren dos dosis el paciente no va a la segunda dosis. Son escenarios reales, entonces la efectividad seguramente no va a ser tan buena como el 90%”, explica.
Pero la otra duda sobre la posibilidad de empezar la inmunización en primer semestre de 2021 surge porque no se conocen detalles sobre las negociaciones de Colombia con las farmacéuticas. Mientras algunos países como España o Perú ya han anunciado la compra de un determinado número de dosis a algunas compañías, en Colombia se desconoce el alcance de las negociaciones que lleva el gobierno y las dosis que se podrían estar discutiendo en medio del proceso de diálogo, lo que deja la sensación de que Colombia se atrasa en la carrera.
Sin embargo, esta semana el ministro anunció que el país tiene acuerdos de confidencialidad con Pfizer, AstraZeneca, Janssen, Sinopharm, CanSino y el Serum Institute de la India. Pero también anunció que no habrá una compra definitiva hasta tener detalles concretos de la eficacia y la seguridad de estos productos.
“Nosotros, como un país responsable con nuestra ciudadanía y con una tradición importante en política de medicamentos, hemos tomado la decisión de que solo compraremos vacunas en negociaciones bilaterales cuando se haya mostrado la eficacia de dicha vacuna a un nivel suficiente y necesario para poder tomar una decisión que permita proteger a los colombianos”, afirmó Ruiz.
Para Jorge Rodríguez, epidemiólogo, doctor en Salud Pública y docente de la Universidad Javeriana, Colombia sí debe exponer más qué tipo de negociaciones se están haciendo con las farmacéuticas, no solo para conocer detalles del plan de manera honesta y transparente, sino para entrar en los detalles jurídicos y éticos que implican estos acuerdos.
Lo cierto es que Colombia tiene una posición un tanto diferente en la carrera por la vacuna. “Los otros países ya han hecho sus pedidos, ya han puesto plata, los gringos tienen su producción local, los europeos también la tienen asegurada, igual los chinos y los rusos. En América Latina estamos lejos en la cola”, afirmó Rosselli.
Con todo esto, para Rosselli, una vacunación en el segundo semestre de 2021 suena más razonable, pues luego de asegurar la eficacia y seguridad de las vacunas, quedan otros retos como la logística de la manufactura, la elaboración y producción del fármaco a nivel mundial para que pueda llegar a todos los lugares y la distribución que se debe coordinar nacional e internacionalmente.
“Si tuviéramos una vacuna cuya tecnología pudiéramos producir nosotros mismos sería muy distinto a si tenemos que esperar que nos la manden en barco refrigerado desde Inglaterra o en aviones refrigerados. Hay muchas dudas sobre la capacidad de llegar a los volúmenes de producción suficientes para cubrir una población importante”, afirma.
Pero respecto a la llegada de la vacuna al país surgen también otras dudas como el momento en el que se vacunará a toda la población. Según la estrategia del gobierno, el objetivo es priorizar a las personas con mayores riesgos de morir por covid-19. Se vacunará en primer lugar a los trabajadores de la salud, que suponen un valor de 800.000 personas; además de mayores de 60 años (6,8 millones de personas), y personas con comorbilidades (6,4 millones). Allí es cuando surge la duda de lo que pasará con los demás.
El ministro de Salud afirmó esta semana que los grupos con menores probabilidades de morir por el virus podrían acceder a la vacuna para el 2022. Lo que hace surgir otra duda, ¿cuál será el orden para vacunar luego de los grupos de riesgo? ¿Cuál es la nueva prioridad? Según Rodríguez, en 2022 habrá que priorizar a los grupos con una exposición natural a la aglomeración.
“Sugeriría que se vacune luego a grupos de exposición poblacionales. Estamos hablando por ejemplo de personas en las cárceles, personas que estén en hospitales, en orfanatos, en sanatorios, personas que estén en escuelas, en universidades. Grupos poblacionales que tengan aglomeraciones o situaciones de aglomeración natural”, explica.
Para Rosselli, la decisión dependerá de un consenso amplio entre la comunidad, los epidemiólogos, la academia, el gobierno y todos los actores involucrados. Y dependerá además de las prioridades que se establezcan.
“Por ejemplo, si queremos abrir el sector educativo, que es una de las prioridades, tenemos que poner en la primera línea de vacunación o en la segunda a los maestros”, afirma.
Y surge una nueva duda. ¿Todos los colombianos estarán dispuestos a vacunarse cuando la potencial vacuna llegue al país? Por el momento, no. Según la última encuesta de Pulso Social del Dane, en el mes de octubre se redujo la población dispuesta a aplicarse la vacuna. En octubre, el porcentaje de personas dispuestas a vacunarse bajó al 57,5%.
Según Rodríguez, esa población que no está dispuesta a vacunarse crece debido a la desinformación y a la manipulación, y sobre todo, debido a la falta de mecanismos para acercarse a la población para explicarle los riesgos, límites y efectos de una vacuna para sopesar una decisión consciente.
Pero para el experto, el problema radica en que esta no es una decisión individual, pues tomar la determinación de no vacunarse no expone solo a una persona, sino a un colectivo que es vulnerable frente al covid-19. Además, negarse a la vacuna y transmitir el virus sería infringir una norma de salud pública del país.
Discusiones por la responsabilidad de las farmacéuticas
Pero las preguntas y discusiones que rodean el tema de la vacuna en Colombia no paran, pues además de las dudas sobre la fecha de llegada, la ruta de aplicación y el avance de los diálogos con las farmacéuticas, esta semana la discusión de un proyecto de ley del representante a la Cámara Ricardo Ferro puso otras dudas sobre la mesa.
El proyecto de Ferro promueve que la vacuna sea gratuita y accesible para todos. Hasta ese punto parece bien. Pero las discusiones surgieron por cuenta del artículo quinto del proyecto que exime de responsabilidad a las farmacéuticas por los eventos adversos que puedan presentarse.
“Los fabricantes de vacunas contra la covid-19 adquiridas y suministradas por el Gobierno Nacional solo serán responsables por acciones u omisiones dolosas o gravemente culposas, o por el incumplimiento de sus obligaciones de buenas prácticas de manufactura o de cualquier otra obligación que le haya sido impuesta en el proceso de aprobación”, se lee en el texto del proyecto.
Las críticas se desataron tanto en el Congreso como en las sociedades académicas. Según criticó Claudia Vaca, directora del Centro de Pensamiento, Medicamentos, Información y Poder de la Universidad Nacional, aceptar esta condición y eximir a los fabricantes es un riesgo amplio y envía un mensaje de que la prioridad son los negocios y la seguridad de las empresas por encima del bienestar de la ciudadanía.
Desde el punto de vista de Rodríguez, estas decisiones surgen pues una situación como la actual, que no se vivía desde la infuenza española, lleva a tomar medidas de política pública que implican ciertos riesgos.
“El riesgo se asume porque una vacuna demora tres, cinco, diez años. Acá se produce en 10 meses, 11 meses, un año. Por supuesto los tiempos se acortan y se tiene que mirar quién asume la garantía”, asegura.
Respecto a este artículo, el ministro de Salud explicó que la cláusula de indemnidad está presente en la mayoría de los acuerdos con las farmacéuticas, pues el riesgo existe debido a que los procesos de desarrollo no se han completado en el tiempo que suelen tomar por la celeridad con la que se busca una vacuna contra el covid-19 en el mundo.
“El mundo se encuentra en una disyuntiva, o esperamos dos o más años a tener los estudios completos o aceptamos la posibilidad de hacer un uso de emergencia”, explicó Ruiz, y agregó que la pandemia ha requerido de condiciones o situaciones excepcionales en las que se han visto forzados a tomar decisiones en el ámbito de la salud.
Así, para Rodríguez, existe entonces esa opción de esperar más tiempo hasta estar seguros de una vacuna eficaz. Sin embargo, para los expertos, no asumir el riesgo puede hacer que obtener la vacuna en unos años sea tal vez un poco tarde.
Además, según explica Rosselli, todas las vacunas tienen un riesgo y todas tienen eventos adversos que comparados con el riesgo de enfermarse con el virus pueden llegar a ser mucho menores si se coteja el costo-beneficio de la aplicación de la vacuna.
En ese sentido, para Rodríguez, la mejor opción es seleccionar la vacuna con mayor seguridad y con el menor potencial de toxicidad para los ciudadanos, que son en últimas quienes recibirán la vacuna y no deben quedar expuestos a cualquier fatalidad.
“Es una situación en la que tiene que manejarse de tal forma que el que menos salga perjudicado sea la población. Hay que escoger la vacuna que sea la más efectiva y la más segura. ¿Por qué? porque esto es lo que va a proteger a la población y le va a minimizar el riesgo”, enfatiza.
No son pocas las dudas ciudadanas frente a la vacuna del covid, pero lo cierto es que aún falta una parte del camino por recorrer para que el producto esté listo de forma definitiva y llegue finalmente a Colombia con las mejores determinaciones de seguridad y eficacia.
Pero según los mismos expertos, incluso con una vacuna, el país y el mundo no deben olvidar otras medidas de protección como el tapabocas, el lavado de manos y el distanciamiento social que han permitido enfrentar la pandemia durante este 2020./Colprensa