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Nadie discute ya la necesidad de que la deuda pública aumente para financiar el gasto adicional que debe hacer el Estado para compensar la recesión y la pérdida de empleo que ha traído el coronavirus. El propio ministro de Hacienda ha declarado que “al Gobierno no le preocupa aumentar la deuda en este momento”. El debate ahora es ¿cuánto puede crecer la deuda? ¿Qué tanta deuda es sostenible?
Los gobiernos de todo el mundo han incrementado sus gastos para enfrentar la crisis de la pandemia, y para ello han recurrido a endeudarse más. Estados Unidos, Alemania y Japón, han asignado recursos por un monto superior al 10% de sus respectivos PIB. El FMI estima que en los países desarrollados el déficit fiscal pasará del 3% al 13,6% del PIB, mientras que en las economías emergentes el aumento será del 5,1% al 10,6% del PIB.
En cuanto a la deuda pública global, el mismo FMI pronostica que este año llegará al 101,5% del PIB mundial, el nivel más alto de toda la historia. De nuevo más alta en los países desarrollados, donde será el 131%, que en los países emergentes donde será ‘solo’ el 63% del PIB.
En Colombia el aumento del gasto para enfrentar la pandemia es muy modesto comparado con otros países de la región: solo 2,5% del PIB, frente a lo que han comprometido otros como Perú (8,1%) o Chile (7,7%). Sin embargo el plan financiero oficial estima que el déficit fiscal crecerá 6 puntos llegando al 8,2% del PIB, y la deuda del Gobierno aumentará 15 puntos, pasando del 50,3% al 65,6% del PIB.
El aumento del déficit fiscal es mayor al gasto para la pandemia por la caída de los ingresos tributarios, incluyendo los petroleros, y el incremento de la deuda es todavía mayor por dos razones: la devaluación que aumenta el peso de la deuda externa y la caída del PIB que reduce el denominador de la relación deuda/PIB.
¿Es sostenible ese nivel de deuda? ¿Quién y cuándo la va a pagar? A los que dicen que es equivocado aumentar la deuda para que la paguen nuestros hijos hay que recordarles que en general la deuda pública nunca se paga, sino que se refinancia permanentemente; lo que sucede es que sube el PIB, y entonces baja el indicador.
Así sucedió con el endeudamiento de los Estados Unidos para financiar la Segunda Guerra Mundial, que en 1946 llegó al 118% del PIB. Para 1980, antes de que Reagan deteriorara las finanzas públicas, la deuda había bajado al 42% del PIB, pero ¡oh sorpresa!, el saldo de la deuda nunca disminuyó, es decir nunca se pagó, pero la economía creció mucho más.
Tres cosas son necesarias para que la deuda sea sostenible: primera, que el PIB crezca más que la deuda; por eso es necesario aumentar el gasto público para acelerar el crecimiento.
Segunda, que en circunstancias ordinarias -sin pandemias ni crisis- el recaudo de impuestos sea suficiente para cubrir los gastos e inversiones del gobierno, sin contar los pagos de intereses. Por eso se requiere una verdadera reforma tributaria estructural que elimine las exenciones regresivas.
Tercero, que la tasa de interés real sea inferior al crecimiento del PIB. Por eso en época de crisis es necesario recurrir al endeudamiento con el Banco de la República que tiene un coste neto de cero para el gobierno.
*Economista