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El actor bogotano llega a Santa Marta con esta obra llena de humor negro, que tendrá lugar hoy desde las 7:00 de la noche en el Teatro Cajamag. / LUIS PARRA
La sátira y el humor de Diego Trujillo volverán a Santa Marta, gracias a la franja de funciones del Teatro ‘Pepe Vives Campo’, que esta vez trae el stand up comedy ‘¡Qué desgracia tan infinita!’, con el que hoy viernes 24 de noviembre y desde las 7:00 de la noche, se espera ‘invadir’ el auditorio de carcajadas.
La televisión ha sido el género que ha catapultado su carrera con personajes inolvidables como el de ‘Emilio Iriarte’, en la novela ‘Los Reyes’, pero se ha alejado de ella y en los últimos dos años, se ha dedicado de lleno al teatro, teniendo gran aceptación del público que lo recuerda con cariño.
¡Qué desgracia tan infinita! es la obra con la que tiene 10 años recorriendo el país, en la que hace una burla de sí mismo, pero a la vez, se convierte en un retrato de los quienes sufren los padecimientos propios de los cuarenta, “porque el único camino –digno para sortear la crisis de la mediana edad, es reírnos de nosotros mismos y tratar de creer que, de pronto, no todo está perdido”.
Temas como el descubrimiento de la próstata, la desaceleración del metabolismo o el recuerdo – lejano de la última erección, son algunos de los que Diego Trujillo aborda con humor negro las distintas situaciones que debe sobrellevar un hombre a las puertas de los cincuenta, tratando de “…echar el tiempo atrás, o por lo menos detenerlo, antes del último y definitivo estertor de la juventud”.
Esta obra surge de lo que en carne propia experimentó Diego hace ya casi diez años cuando entraba a la etapa de los cuarenta, la cual describe como una crisis de la mitad de la vida de los hombres, que lo motivó a hacer una reflexión y escribir un monólogo de humor, para ponerlo a prueba delante del público.
“La desgracia comienza el día en que le dicen a uno que debe hacerse el examen de la próstata y no para, sino que continúa conmigo hasta los 50 y este material se va renovando cada vez más… este examen se convierte en una cosa que tienes que pedir segundas opiniones con mucha frecuencia”, manifestó entre risas el actor Diego Trujillo.
El actor recorre todos los tormentos que sufren los hombres durante esta época crítica de la vida y, sobretodo, es una manera de burlarse de los hombres que no aceptan el paso del tiempo y que no desean envejecer, “que hacen toda clase de estupideces para tratar de sentirse jovencitos cuando, en realidad, se convierten en unos viejos patéticos”.
‘¡Qué desgracia tan infinita!’ es un stand up comedy con el que Diego Trujillo cuenta con humor negro, la manera cómo los hombres afrontan la llegada de los 40 a sus vidas. / LUIS PARRA
Como en todos sus trabajos, Diego intenta combinar lo tímido e introvertido de su personalidad con el buen sentido del humor que considera, también hace parte de ella y que lo llevó a escoger el formato de stand up comedy para retratar su realidad, con la que hasta hoy ha vivido feliz.
“Yo digo con orgullo la edad que tengo y no me importa que me digan que soy un carcamal nacido en el 60, lo asumo con absoluta dignidad; me parece que la vida tiene sentido si es vivida a plenitud, tengo clarísimo que la muerte hace parte de la vida y que envejecer es un proceso maravilloso cuando uno tiene una vida plena. Me mantengo joven de espíritu porque hago ejercicios, ando en bicicleta, pero no porque me haga cosas artificiales; me gusta vivir bien”.
ENAMORADO DE SANTA MARTA
Para Diego Trujillo, Santa Marta tiene un significado muy especial pues la visita una semana al mes y porque parte de su infancia y juventud la vivió en la ciudad, dado que tiene familia guajira aquí.
“Desde niño tengo un arraigo con Santa Marta; me traían de vacaciones aquí y entonces, mis recuerdos están ligados a esta ciudad, mi tía Rosa Dangond tenía una casa grandísima en el Centro Histórico y todas estas cosas me permitieron no desconectarme de la ciudad.”
Con el paso del tiempo, decidió que quería tener una propiedad en ‘La Perla’, como un “sitio de escape” y de desconectarse de la “dura y difícil” Bogotá, lo que le ha permitido construir varias de sus historias teatrales, gracias a la soledad y tranquilidad que le permite el espacio de estar frente al mar.
“La ciudad la vivo así, encerrado en mi apartamento frente al mar, escribiendo, saliendo a montar bicicleta que es algo que no puedo hacer en Bogotá, disfruto enormemente con el clima y la gente; me saludan por todas partes y eso me hace sentir como Carlos Vives; me siento muy querido y eso es único”, concluyó.