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‘Drama provinciano’, un clásico vallenato de todos los tiempos

Los dramas entre parejas siempre ha sido el pan de cada día y nunca terminan, pero en el año 1981 el compositor Lenín Alfonso Bueno Suárez, le puso música para que se recordara por siempre.

De la mano del cantante Daniel Celedón y el acordeonero Ismael Rudas, ‘El Doble Poder’, comenzó el trabajo de buscar a quienes hicieran los personajes de la mamá y el niño. La idea era grabar la canción ’Drama provinciano’ a tres voces, hecho que se haría por primera vez en la música vallenata.

Un año antes lo hicieron los mismos artistas con la canción en aire de son ‘Mercedes’, de la autoría de Adolfo Pacheco Anillo, pero a dos voces donde participó Luz Estela Calderón, conocida en el mundo artístico como ‘Kissy’.

En ese intento de búsqueda apareció la mamá, la cantante Mélida Yará Yanguma, más conocida como ‘La india Meliyará’. Faltaba el niño para que le diera el toque exacto, y poder cantar esa historia provinciana.

Daniel Celedón pensó que su sobrino Jorgito, quien contaba con 10 años de edad y vivía en Villanueva, La Guajira, podía cantar esa estrofa. El niño se la pasaba cantando en el pueblo y era una ventaja.

Estando en Bogotá grabando para Discos Phillips el trabajo musical ‘Excelente’, Daniel Celedón le propuso al gerente de esa compañía, Alfonso Escolar, a su sobrino Jorgito Celedón. El directivo no estuvo de acuerdo porque el traslado saldría demasiado costoso para tan corta intervención en la canción.

Daniel Celedón teniendo plena confianza en su sobrino, llamó a su hermano Alfonso para que lo llevara a la capital del país porque iba a cantar con él y una muchacha. Él aceptó, pero lo envió con su padrino Alfonso Dávila.

“Cuando mi sobrino llegó le entregué el casete para que se aprendiera su parte lo más rapído posible, claro que el gerente estaba dudoso, pero cuando le correspondió grabar lo hizo de una sola vez y sin equivocarse, lo que provocó la felicitación de todos”, contó el cantautor Daniel Celedón.

«Oye mamá en la puerta hay un Señor
que dice que es mi papá y
que quiere hablar contigo,
dímelo ya, dime pronto por favor,
porque si ese es mi papá,
se lo diré a mis amigos…».

El cantante Jorge Celedón sobre este hecho resaltó: “En aquel tiempo para mí fue una sorpresa y siempre le he agradecido a mi tío Daniel por esa oportunidad que me dio de grabar. Gracias a Dios se convirtió en éxito y esa fue mi primera carta de presentación musical”.

También contó que fue algo muy bonito, aunque era un poco tímido y más cuando le pedían firmar autógrafos. “Desde esa edad me tocó andar con la agrupación ‘El Doble Poder’, de mi tío Daniel con Ismael Rudas, y cantar esa canción que era un himno, y todavía en algunas de mis presentaciones me piden que la cante”.

En esa ocasión, el cantautor Daniel Celedón se la jugó y ganó con su sobrino. ‘’Desde muy niño Jorgito tuvo una voz clara, afinada y con una extraordinaria dicción, y por eso grabó ‘Drama provinciano’ con una propiedad admirable. No me
canso de exaltarlo”.

Por su parte, el compositor Lenín Alfonso Bueno Suárez en muchas ocasiones se refirió a ese canto, manifestando que esa historia no le había pasado a él, sino que juntó muchos episodios de la vida diaria donde los padres no cumplen con sus obligaciones y vienen las consabidas separaciones.

En la historia el perdedor fue el hijo, y precisamente dijo al final de la canción la frase que enmarca la gran realidad que se repite a diario: “Ay hombe, cuanto sufrimos los niños por los errores de los mayores”.

Pasados 39 años, aquella historia de un niño que le dijo a su mamá que en la puerta de la casa estaba un Señor que decía ser su papá, y ella de inmediato le respondió que no era cierto porque había muerto dejándolos solos y tristes, se sigue escuchando, y sus protagonistas dichosos de haber cantado esa obra sinigual.

En los distintos medios de comunicación y plataformas digitales se escucha ‘Drama provinciano’, siendo el más grande llamado de atención a los padres de familia para darles a entender que el amor hacia un hijo va más allá de lo que se puede expresar con palabras, el tesoro más valioso que se tiene es poder mirar a los ojos a la vida y sonreírle para aprender que el mundo es un espejo donde se refleja lo que se brinda. Además, es el camino que no tiene mapa, el sendero sin retorno que transforma, la aventura que con certeza hace feliz y el mágico punto de partida del resto de la existencia. En fin, ser padre es el amor sincero sentado en el más grande espacio del universo.

Mejor lo ratifican las palabras del presbítero Doriam Rocha: “Los padres son un guardián, un custodio de una nueva vida que nunca se deben cansar de amar, de servir y de inculcar valores a sus hijos”.

*Episodio de la vida*

En ese trasegar de las historias aparece caminando pausado, pero con la mente ágil el verseador natural de Fonseca, La Guajira, Alcides Manjarrés, quien vivió su propio drama al solamente estar al lado de su querida madre Edita Felicia Manjarrés porque su padre lo abandonó.

El tres veces Rey de la Piqueria del Festival de la Leyenda Vallenata se refirió a su mamá con los más altos honores: “Mi mamá fue una mujer luchadora que se dedicó a trabajar haciendo carbón para vender. Pasaba largos ratos en el horno. Nunca dejó de trabajar y todos sus hijos vivimos agradecidos”.

Continuó diciendo que él, con su hermano Luis, cada vez que ganaban en los festivales su mamá tenía asegurado un buen porcentaje del premio económico. Ella, falleció el cinco de octubre de 2017 dejando su ejemplo de fe, constancia y amor a la familia.

Ahora recuerda que de manera pausada y con las lágrimas haciéndole el coro en esa ocasión le regaló una décima a su mamá.

Te adoro madre querida
por siempre tendrás mi amor,
pero hoy con gran dolor
debo aceptar tu partida.
Eres parte de mi vida
a Dios le pido y le rezo
tristeza me causa eso
tengo que manifestarle
me deja ni a quien cantarle
madre, bendición y besos.

Después a Alcides se le tocó el tema de su papá, siendo enfático, y en vez de tirar un verso dijo: “Llevo con orgullo el apellido de mi mamá, Manjarrés. Mi papá, Pablo Enrique Solano Lamos, me quiso registrar cuando yo tenía 22 años, y me negué rotundamente. Ese día le dije que ya había pasado mucha agua debajo del puente y mi mamá era todo para mí”.

Estaba dicho todo en ese drama provinciano que vivió un hombre ciego de nacimiento, pero que con la fuerza de su talento y voluntad ha sabido librar la mejor batalla de la vida a base de versos de cuatro palabras.

VALLEDUPAR, (Colprensa).

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