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Al principio de la pandemia, Sudáfrica decidió prohibir la venta de alcohol, una polémica medida que ayudó a reducir los accidentes y la criminalidad, pero que ha tenido consecuencias catastróficas en el sector vitícola del país.
«Debido a la prohibición de venta de alcohol, se han perdido unos 18.000 empleos», dice a la AFP Maryna Calow, portavoz de la organización Wines of South Africa, que se encarga de la promoción de los vinos locales.
«Pensamos que a largo plazo, hasta 80 de nuestras bodegas van a cerrar», vaticina.
El sector vitícola del país, uno de los más importantes del mundo, emplea a 300.000 personas.
Además de prohibir la venta de bebidas alcohólicas durante nueve semanas, las autoridades sudafricanas también prohibieron las exportaciones de vino durante seis semanas, un duro revés para el sector.
«Somos el único país en el mundo donde las exportaciones de vino no estaban autorizadas», critica Boyce Lloyd, presidente de KWV, uno de los principales productores.
Las dos prohibiciones fueron finalmente levantadas, aunque sólo de forma parcial para la venta del alcohol, que sigue sin estar autorizada de viernes a domingo. Pero el mal ya está hecho.
En países como Canadá, Suecia o Finlandia, los vinos sudafricanos, que se vendían muy poco debido a la suspensión de las exportaciones, desaparecieron rápidamente de las tiendas, explica Lloyd.
«Si no tienes reservas, evidentemente no puedes vender (…) y pierdes tu lugar en las estanterías de los comercios. Corremos un verdadero riesgo», lamenta, mientras defiende que los productores «no se vean castigados por las limitaciones impuestas por el gobierno».
«Soltar a los toros»
Con la prohibición de exportar, «el grifo se cerró de golpe», señala por su parte James Mckenzie, dueño del viñedo de Nabygelegen, en Wellington (sur).
Los compradores internacionales se muestran ahora desconfiados y buscan vinos de otros países «por si hubiera otra vez un problema» en Sudáfrica, constata. «Son decisiones que podrían afectarnos en los próximos años».
Incluso con las prohibiciones suspendidas, la situación sigue siendo muy complicada por los productores, que se encuentran además con retrasos importantes a nivel de logística.
«En el terminal de Ciudad del Cabo (suroeste), hay un gran problema de personal que contrajo el coronavirus. Funciona al 50% de su capacidad», explica Boyce Lloyd.
Antes del confinamiento, 90% de las exportaciones se entregaban a tiempo. En junio, esta cifra cayó al 55%.
Según Maryna Calow, los productores también tienen problemas para importar corchos de Portugal o cristal de Europa para sus botellas, lo que complica aún más el trabajo.
La única nota positiva estos días es que las ventas se han disparado en el país desde principios de junio, cuando se suprimió la prohibición.
«La gente no pudo comprar alcohol durante dos meses, y ahora tenemos que gestionar la acumulación de encargos», afirma Boyce Lloyd.
La demanda es tal que KWV ha tenido que que cerrar temporalmente sus servicios de venta en línea.
«La apertura del 1 de junio, fue como soltar los toros al ruedo. Los compradores venían y no podíamos ni abrirnos paso», recuerda James Mckenzie. «Es muy bueno para nosotros pero no sé si compensará dos meses de pérdidas».
Wellington, Sudáfrica | AFP |