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Duque respondió de manera rápida y oportuna a la amenaza del Covid19 y la información pública disponible permite afirmar que la cuarentena cumplió su propósito: por un lado, evitar que la tasa de contagio se disparara y causara el colapso del sistema de salud pública, y por el otro, darle tiempo a ese sistema para prepararse adecuadamente para manejar la crisis.
Dos criterios relevantes así lo indican. primero, el porcentaje de ocupación hospitalaria y de unidades de cuidados intensivos. El reporte del viernes mostraba 1.301 casos de hospitalización general y 235 en UCI. Es decir, a estas alturas de la pandemia, los Covid19 estarían ocupando solo el 3.7% de las UCI, si se consideran las 6.286 que hay en el país según estadísticas del Min Salud. Si la comparación se hace con la última cifra disponible (04 de mayo) de las UCI efectivamente liberadas para atender contagiados, 3.289, las Covid19 solo estaría ocupando el 7.1%. La ocupación de camas de hospitalización liberadas es solo de 5.3%.
Después, la tasa de mortalidad por cien mil habitantes es también muy buena: 1.72. Muy por debajo de Bélgica, que tiene hoy 82.6, España 58, UK 57.5, EEUU 31.4 y Alemania 10.2, y de Ecuador 19.5, Perú, 18.8, Brasil 13.3 o México 7,5.
Los dos indicadores muestran que la tarea se hizo bien y que no parece haber riesgo de que, en general, el sistema de salud colapse. Seguirá creciendo el número de contagiados, claro, e inevitablemente habrá más muertos, pero no vamos transitando por el camino de Italia, España o Nueva York. Ahora bien, es verdad que en algunas ciudades hay que tener especial cuidado, en particular en Leticia, Cartagena, Buenaventura y Tumaco, pero esos casos solo demuestran que se requieren respuestas localizadas y no invalidan lo alcanzado.
Sí, había que evitar que el sistema de salud se fuera a pique. Pero desde fines de abril algunos pocos venimos advirtiendo que también había que evitar que la economía se desplomara y que por esa razón era indispensable levantar un confinamiento que ya había cumplido su objetivo. No se nos oyó. Y el resultado es devastador.
El DANE anunció ayer que la tasa de desempleo en abril había llegado al 19.8%. En marzo era de 12.6%. El desempleo creció 7.2% en apenas un mes, 9.3% en lo que va del año. Las cifras porcentuales no reflejan la tragedia humana. Detrás de cada punto hay 240.000 personas, es decir, hoy hay por lo menos 2.232.000 colombianos más desempleados que a fines de 2019. Digo por lo menos porque la cifra real de desempleo debe ser bastante mayor, si se toma en consideración que la tasa de participación bajó de 63.3 al 51.8%, una brutal caída de 11.5%, la más alta que yo recuerde.
Detrás de esos millones de nuevos desempleados se esconden tres catástrofes adicionales. Primero, la quiebra de decenas de miles de micro, pequeñas y medianas empresas, en particular en el comercio y la manufactura, y la angustia de ver desaparecer en pocas semanas los ahorros y el esfuerzo de muchos años. Segundo, el crecimiento de la informalidad, enfermedad estructural de nuestra economía que a fines del año pasado era de 47.3%. Finalmente, el aumento de la pobreza. En Colombia perder el empleo casi siempre significa descolgarse de la clase media. Multipliquen la cifra de cada uno de los nuevos desempleados por cuatro, él y su núcleo familiar, y tendrán una buena idea de cuantos nuevos pobres tendremos en el país. Y todo esto medido solo hasta abril y pendientes de los estragos que ha hecho el confinamiento en el mes de mayo.
Al final, como he advertido, no hay dilema entre vida y economía. La pobreza trae hambre, desnutrición, enfermedad y muerte. Y desórdenes sociales e inseguridad y, por eso, también muerte. Como no hay vacuna a la vista, la cuarentena no reemplaza a la vacuna y no podemos estar confinados hasta que esté disponible, no queda mientras tanto sino aprender a vivir con el Covid19. Higiene personal, uso masivo de tapabocas, distanciamiento social y disciplina son las claves de la supervivencia. Y permitirle a la gente trabajar libremente!