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El 05 de mayo, el Presidente anunció la prolongación de la cuarentena. Lo dije en twitter (@rafanietoloaiza): no estoy de acuerdo con la decisión, creo que hace más daño que bien, pone en hombros de los ciudadanos cargas excesivamente gravosas, restringe derechos y libertades de manera injustificada y no tiene sustento en los datos de salud disponibles. Si en Casa de Nariño tienen información distinta que justifique semejante decisión, no la han hecho pública.
La pandemia ha puesto al Presidente en un dilema permanente en el cual no hay solución buena, solo menos mala. En esa encrucijada, Duque ha venido haciéndolo muy bien. Por ello, con todos los merecimientos, los ciudadanos han mejorado muchísimo su calificación del Gobierno.
El Presidente decretó el Estado de Emergencia de manera correcta y oportuna y tomó decisiones que evitaron que la tasa de contagio del virus se disparara y que el sistema de salud pública se desbordara y colapsara.
Las variables relevantes lo demuestran. Aunque la gente se alarma con el crecimiento de los contagios confirmados, el dato más relevante es el número de pacientes Covid19 en hospitalización y en unidades de cuidados intensivos UCI. El viernes, había 10.051 confirmados, 550 hospitalizados y 130 en UCI. A estas alturas, los Covid19 estarían ocupando solo el 2,4% de las UCI del país. Además, MinSalud anunció que adquirió 2.817 ventiladores más, indispensables para aumentar en un 40% el número de UCI. Y en los próximos días el Invima aprobaría la producción local de los diseñados por las universidades de la Sabana, de Antioquia y la EIA. El punto: el sistema de salud no está estresado.
Otra cifra relevante es el de la tasa reproductiva: mide las personas que puede contagiar un infectado. El 21 de abril, el MinSalud afirmó que «inicialmente una persona contagiaba a 2.5, ahora nos acercamos a 1». Si se acerca a 1, la propagación del virus se está controlando.
Aún más diciente es la tasa de mortalidad por 100 mil habitantes. Y ahí estamos aún mejor: en nuestro país es de 0.86 personas fallecidos por cada 100 mil, cuando en Bélgica es de 74.6, España 56.3, Italia 50 y en EE.UU. 23.6.
No hay duda de que los contagios seguirán creciendo, de que el futuro depende de la responsabilidad y disciplina de los ciudadanos en las medidas de higiene y distanciamiento social, y de que en algunas zonas del país hay que tomar medidas especiales, como ocurre en el Amazonas, por ejemplo. La entrega oportuna y suficiente de equipos de protección personal al personal médico y sanitario y su testeo, y el seguimiento a las poblaciones más vulnerables como los miembros de la fuerza pública y espacios como supermercados, ancianatos, cárceles y transporte público, será clave.
Pero sí, sin duda, la cuarentena sirvió su propósito: la utilización de camas hospitalarias y de UCI es muy baja, hoy el 97.6 % de las UCI está disponible, la tasa de contagio ha disminuido mucho y las tasas de mortalidad sobre casos confirmados y sobre 100 mil habitantes son muy buenas. Por eso mismo, no parece haber razón suficiente para prolongarla ni un día más.
En efecto, lo dije en columna anterior, la extensión de las medidas de emergencia solo puede hacerse justificándolo rigurosamente, de manera clara y precisa, con prueba inequívoca de su urgencia y pertinencia y de la proporcionalidad con el fin que se busca. No puede ser intuitiva o, mucho menos, caprichosa o arbitraria. No puede hacerse “por si acaso”. El ciudadano tiene derecho a conocer exactamente los motivos por los cuales se prolonga el «aislamiento social obligatorio”. No se puede notificar cada quince días que el confinamiento se extenderá por dos semanas más. Y debo insistir en que el Gobierno no ha justificado esa extensión.
Cumplido el propósito de la cuarentena, la suspensión y limitación exorbitante de las libertades ciudadanas no tiene justificación. A la gente no se le puede cercenar caprichosamente su libertad y, en especial, su derecho al trabajo, vital para la vida y la dignidad humanas.
*Abogado*Analista político