HOY DIARIO DEL MAGDALENA
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Elogios

Han pasado desapercibidos los elogios de la administración Trump al presidente Duque por su lucha contra la deplorable expansión de los cultivos de coca.

Sabemos que por un error inconcebible, reconocido por el presidente Santos, se incluyó en los Acuerdos de Paz un “incentivo perverso” que ha generado una gravísima situación de orden público en Colombia.

En una declaración oficial (5 de marzo de 2020) del Gobierno americano se registra que los cultivos de coca llegan a 212.000 hectáreas y la producción de cocaína a 951 toneladas métricas. Un potosí de oro para los narcotraficantes. Se dice que el Gobierno incrementó la erradicación manual 57,7%; que las Fuerzas de Seguridad han mostrado gran coraje, sacrificio y compromiso. Y que participaron en la captura de más de 492 toneladas métricas de cocaína y base de coca, la más grande en la historia de Colombia.

Lo que se percibe en los medios es que al presidente Duque lo regañaron y le impusieron metas. Increíble.

 Lo que se consideró como el mayor éxito de la política exterior de los Estados Unidos en el Siglo XXI y que el presidente Obama celebró en la Casa Blanca, en febrero de 2016, se esfumó. Ello ayuda a entender la satisfacción por lo que la administración Duque ha logrado en sus primeros 18 meses.

El presidente Clinton en el año 2000, cuando vino a Cartagena para iniciar el Plan Colombia, declaró que todos nuestros problemas se habían exacerbado por el flagelo de las drogas ilícitas. Orden público, corrupción, violación de derechos humanos, desorden institucional, etc. El fiscal Néstor Humberto Martínez, cuenta en su libro ‘Las dos caras de la paz’, los llamados de atención que hizo al respecto ante la expansión de los cultivos de coca, el incremento de las cosechas anuales, la presencia cada vez más activa de los carteles mexicanos y los riesgos que semejante situación traía para los defensores de derechos humanos y, en general, el orden público (pp.136 y 55). “Los líderes sociales”, dice, “caen a manos de las bandas criminales del narcotráfico, que florecieron en medio del desdén oficial que no llegó a los territorios y de un ambiente de laxitud contra los cultivos ilícitos” (p.144).

Más de cuatro décadas de lucha contra el flagelo de las drogas ilícitas. Un gran éxito gracias al Plan Colombia. Y, ahora, en la peor situación que jamás tuvimos. Por fortuna el desafío contra la existencia del Estado desapareció. Pero el efecto letal disolvente contra las instituciones ahí sigue.

Un elogio del gobierno de los Estados Unidos, que no encuentra eco en Colombia, debería suscitar un gran consenso nacional para que, de una vez por todas, con la responsabilidad compartida de la comunidad internacional, le pongamos fin del todo a esta plaga tan terrible y costosa.

El cinismo, los silencios interesados, el desprecio por el positivo diagnóstico de los Estados Unidos, las tergiversaciones no pueden desanimar el propósito importantísimo de recuperar una Colombia libre de este fatídico flagelo.

El gobierno ha dicho en frase bien concebida que “a más coca menos paz”. Hay que repetir hasta el cansancio esa tesis. El exfiscal Néstor Humberto Martínez diría que a más coca más asesinatos de líderes sociales. Y yo añadiría más corrupción y más pérdida y debilitamiento de los valores sociales claves.

*ExMinistro de Estado

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