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Hace unos días el Fondo Monetario Internacional, luego de concluir su visita anual, destacó que la economía colombiana, a diferencia de sus pares regionales, exhibió el año anterior gran resiliencia ante las complejas condiciones externas, así como las tensiones sociales.
Este pronunciamiento, aun cuando estuvo acompañado de algunas observaciones relativas a las vulnerabilidades que presenta nuestro aparato productivo, el sistema pensional y el mercado laboral, fue positivo en la medida en que una vez más el país recibió un voto de confianza por parte de esta importante entidad.
Ahora bien, la cifra de crecimiento económico, que el año anterior bordeó el 3,3%, si bien confirma la fortaleza de la economía local y la consolidación del proceso de recuperación, parece ser insuficiente para reducir las amplias brechas sociales que todavía exhibe el país, tal y como el propio Gobierno ha reconocido. Al respecto, es claro que algunos sectores aun crecen por debajo de su potencial y que la construcción, al contraerse en 1,3% en 2019, no mostró el comportamiento esperado.
Al respecto, cabe mencionar que esta rama de actividad, y más especialmente el subsector de edificaciones, muestra comportamientos mixtos, toda vez que el valor total de unidades vendidas creció aproximadamente 12% gracias al buen desempeño del segmento de Vivienda de Interés Social (VIS), no así el del No VIS. Por ello, es oportuno resaltar los esfuerzos del Gobierno Nacional en cabeza del Ministerio de Vivienda para impulsar la construcción de VIS, pues esta, además de contribuir a la economía por medio de los encadenamientos intersectoriales, mitiga los índices de déficit habitacional que presenta la población más vulnerable.
La realización del Conpes y la consecución del aval fiscal que permite disponer de recursos para los programas de subsidios y coberturas de Mi Casa Ya, FRECH II y semillero de propietarios hasta 2025, además del aumento de los topes para las viviendas VIS, son acciones positivas que deben ser respaldadas.
En contraste, la dinámica del segmento de No VIS todavía aparece estancada, en parte por el alto nivel de inventarios en estratos altos que no se han depurado. Esta situación, que ha derivado en una desaceleración de las ventas, también ha afectado los márgenes de las empresas edificadoras y la dinámica del crédito constructor, que en 2019 decreció un 5,5% en términos reales.
Este panorama lleva a que desde la política pública se exploren mecanismos que favorezcan la disminución de inventarios e incentiven la oferta y demanda de este tipo de viviendas. Instrumentos como la emisión de garantías por parte del Fondo General de Garantías impulsarían la adquisición de No VIS al mejorar los perfiles de los deudores, mientras que la destinación de recursos a través de Findeter para compensar parte de la tasa de interés a la que acceden los constructores incrementaría la oferta de No VIS.
Asimismo, el sector enfrenta otros desafíos como la simplificación y digitalización de trámites, especialmente en lo relativo a la elaboración y legalización de escrituras, así como problemas estructurales asociados a los retrasos en la restitución de garantías, entre otros.
Para alcanzar mayores niveles de crecimiento económico y reducir los niveles de desigualdad y pobreza en Colombia, los diseñadores de política pública, de manera mancomunada con el sector privado, deben redoblar sus esfuerzos en aras de promover el acceso a la vivienda, y de esta manera, mejorar la calidad de vida de miles de personas que ansían vivir en espacios habitacionales adecuados.
*Presidente Asobancaria