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Roger Stone, un veterano experto en comunicación de 67 años y uno de los confidentes de Trump de más larga data, fue condenado en noviembre por mentirle al Congreso y obstruir una investigación en la Cámara de Representantes sobre si la campaña de Trump había conspirado con Rusia para tener una ventaja en las elecciones de 2016.
El consultor político republicano Roger Stone, exasesor del presidente Donald Trump, fue sentenciado ayer a más de tres años de prisión por obstruir una investigación del Congreso de Estados Unidos, un caso que generó polémica por las intervenciones del mandatario en el proceso.
Stone, un veterano experto en comunicación de 67 años y uno de los confidentes de Trump de más larga data, fue condenado en noviembre por mentirle al Congreso y obstruir una investigación en la Cámara de Representantes sobre si la campaña de Trump había conspirado con Rusia para tener una ventaja en las elecciones de 2016.
«La verdad todavía existe,» dijo la juez de distrito Amy Berman Jackson al dictar la sentencia en la cual se le impuso además una multa de 20.000 dólares a Stone.
«La verdad todavía importa. La insistencia de Roger Stone de que eso no importa, el orgullo que muestra sobre sus propias mentiras, son una amenaza para nuestras instituciones más fundamentales, que son las bases mismas de nuestra democracia», dijo la magistrada.
Stone llegó a la corte vestido con un sombrero de ala negro con una amplia sonrisa, que no perdió tras el veredicto. No fue enviado a prisión de forma inmediata, pues la aplicación de la sentencia se aplazó mientras la jueza considera un recurso de la defensa para pedir un nuevo juicio.
Stone defiende que es inocente y acusó a los miembros del jurado de tener prejuicios en su contra.
Poco después, Trump dijo que Stone tiene «muchas posibilidades de ser exonerado» y afirmó que el jurado que atendió el caso estaba «contaminado».
El presidente aseguró, no obstante, que no concedería de forma inmediata un indulto a su exasesor. «Voy a dejar que este proceso se desarrolle», dijo. «En algún momento voy a tomar una decisión (…) Estamos esperando».
La semana pasada, Trump había atizado la polémica sobre el proceso al considerar un error la recomendación fiscal de una pena de entre siete y nueve años de prisión contra Stone.
En los días siguientes, el Departamento de Justicia dio marcha atrás y dijo que la recomendación había sido «excesiva», lo que llevó a la renuncia de cuatro fiscales.
Entonces el presidente volvió a Twitter para alabar la decisión del Fiscal General, Bill Barr, de intervenir en un caso que – según dijo – que estaba «totalmente fuera de control».
Barr dijo que los comentarios del presidente no tuvieron ningún impacto en su decisión, pero desde entonces ha sido denostado por los demócratas que los acusan a él y a Trump de socavar el Estado de Derecho.
Además, más de 2.000 exempleados del Departamento de Justicia firmaron una carta pidiendo a Barr que renuncie.
Este jueves el presidente ignoró la petición de Barr de que dejara de tuitear sobre procesos judiciales, expresando su disgusto por el tratamiento de Stone en las cortes.
Stone es el sexto asesor de Trump en ser condenado por cargos que surgieron tras la investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre la injerencia de Rusia en las elecciones de 2016.
INTOLERABLE
La jueza del caso, que durante el proceso le prohibió a Stone subir contenidos a las redes sociales después de que publicara una foto de la magistrada con un signo que emulaba un tiro al blanco, criticó el jueves la forma que tuvo el acusado de manejar sus comunicaciones.
«Al elegir Instagram y Twitter como sus plataformas, él entendió que estaba multiplicando el número de personas que iban a escuchar el mensaje, atizando la a opinión pública en contra de la fiscalía y del Tribunal», dijo la magistrada.
«Esto es intolerable para la administración de Justicia y la Corte no debería sentarse sin hacer nada y encogerse de hombros diciendo que esto es solo Roger siendo Roger», agregó la jueza.
Seth Ginsberg, uno de los abogados de la defensa, argumentó antes del anuncio que la corte debía ser indulgente porque Stone «tiene una familia a la cual está dedicado plenamente y van a sufrir si él es encarcelado».
El abogado le pidió que viera a Stone como una persona y no como «el personaje que interpreta en la televisión».
«El proceso en si ya ha sido una forma de castigo», añadió.
Esto cierra un capítulo en la turbulenta carrera de Stone, un declarado admirador del expresidente estadounidense Richard Nixon, que se tatuó la imagen del mandatario en los omóplatos y que presume de haber participado en las campañas victoriosas de este último, de Ronald Reagan y de Trump.